Todos deberíamos ser feministas

Marzo 2023

Maricarmen Rizo

La Nación

La nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, en un pequeño libro, que surge tras un simposio de TED, explica de una manera muy clara, lo que es ser feminista y por qué todos deberíamos serlo, ya que la idea del feminismo se ve constreñida por estereotipos y muchas personas le tienen miedo por ignorancia o confusión e, incluso, hay quienes lo asocian con terrorismo.

El texto, que en español es traducción de Javier Calvo, editado por Random House, nos va narrando su propia historia: nacida en un país de costumbres arraigadamente machistas y cómo fue que se dio cuenta de que es feminista, y el trabajo que realiza en favor de esta causa, que debería ser de todos.

Y es que con el paso del tiempo la cultura va cambiando, sin embargo, todavía hoy, muchas personas, asocian la palabra feminista con connotaciones negativas, como que “odias a los hombres, odias los sujetadores, odias la cultura africana (que se ajusta a la de cada país), no llevas maquillaje, no te depilas, siempre estas enfadada, no tienes sentido del humor y no usas desodorante”.

La autora nos va aclarando lo que es ser feminista, desde la definición de diccionario hasta la puesta en práctica, en una lectura que literalmente se lee “en una sentada”, ya que es un texto muy breve, pero contundente y con grandes lecciones.

Chimamanda nos alerta también de lo peligroso que ha sido, es y será el normalizar situaciones, en sus palabras, “si hacemos algo una y otra vez, acaba siendo normal. Si vemos la misma cosa una y otra vez, acaba siendo normal (…), si sólo vemos a hombres presidiendo empresas, empezará a parecernos natural que sólo haya hombres presidentes de empresas”.

De acuerdo con la autora, parte del por qué a los hombres históricamente se les han dado mayores oportunidades está ligada a su fuerza física, biológicamente mayor a la de las mujeres (claro está, sus excepciones), necesaria para la supervivencia en la antigüedad.

Sin embargo, hoy en día vivimos en un mundo radicalmente distinto. “La persona más cualificada para ser líder ya no es la persona con más fuerza física. Es la más inteligente, la que más tiene conocimientos, la más creativa o la más innovadora. Y para estos atributos no hay hormonas”.

Como bien dice la prestigiada escritora, tenemos que reconocer que una mujer puede ser igual de inteligente, innovadora y creativa que un hombre. Hemos evolucionado. En cambio, “nuestras ideas sobre el género no han evolucionado mucho”.

Es una realidad que hoy, si eres mujer, tienes mayores riesgos en todos los ámbitos de la vida y menos oportunidades, sin por ello dejar de reconocer los grandes avances que se han logrado gracias a mujeres y hombres valientes que han luchado y educado en la equidad.

Para ser feminista no tienes que odiar a los hombres, al contrario, se reconoce la complementariedad, pero se lucha por un mundo más justo. “Un mundo de hombres y mujeres más felices y más honestos consigo mismos. Y esta es la forma de empezar: tenemos que criar a nuestras hijas de otra forma. Y también a nuestros hijos”.

Porque usualmente se educa a la mujer para complacer y someterse al hombre y no al revés, la masculinidad y la feminidad mal educadas han hecho un daño enorme, principalmente al género femenino. “Nuestra sociedad enseña a las mujeres solteras de cierta edad a considerar su soltería un profundo fracaso personal. En cambio, un hombre de cierta edad que no se ha casado es porque todavía no ha elegido”.

El texto está lleno de ejemplos que te hacen recordar situaciones conocidas e incluso vividas que ayudan a reflexionar sobre la importancia que tiene visibilizar el problema de género, porque el no hacerlo nos ha llevado incluso a los feminicidios, es decir, asesinatos por el hecho de ser mujer.

El libro también ayuda a comprender mejor el feminismo, ya que regularmente no es fácil tener conversaciones de género, muchas personas se ponen incomodas y pueden terminar en acaloradas discusiones, sobre lo que en realidad no es ser feminista.

En este sentido, coincido con la autora quien cuestionó lo siguiente: ¿por qué usar la palabra feminista?, ¿por qué no decir simplemente que crees en los derechos humanos o algo parecido? Pues porque no sería honesto. Está claro que el feminismo forma parte de los derechos humanos en general, pero elegir usar la expresión genérica derechos humanos supone negar el problema específico y particular del género.

Un texto imperdible, que incluso ya habíamos abordado en esta revista hace algunos años, pero hoy en esta edición especial decidimos volver a recordar por su trascendencia y una de sus grandes conclusiones: ser feminista no es sólo cosa de mujeres.

La nación