Los gobiernos municipales humanistas, el frente necesario ante el discurso populista

Noviembre 2023

ANAC

La Nación

El concepto de “populismo” ha sido mencionado en múltiples ocasiones, sobre todo, desde la entrada de la administración federal actual, pues ha sido identificado como una herramienta que se utiliza con frecuencia. A partir de esto, vale la pena reflexionar sobre cuáles son las consecuencias que ello podría tener de seguir con la misma tendencia. Para dar inicio, dicho concepto ha sido resumido por varios autores como un fenómeno político y como una forma de construcción y retención del poder, cimentado a partir de las diferentes realidades sociales, basando su eficacia en gran medida a que se sostiene de las necesidades palpables de la población, dando la ilusión de que se toman en cuenta las carencias colectivas y de quienes se encuentran en alguna situación de vulnerabilidad, otorgando soluciones instantáneas y perecederas.

En América Latina los ejemplos más cercanos los hemos podido observar en los regímenes de Evo Morales, Hugo Chávez y Rafael Correa, teniendo resultados más dañinos que beneficiosos para sus poblaciones, con secuelas negativas que tardan mucho tiempo en ser subsanadas, como economías inestables, poca inversión y cooperación extranjera, y un sistema centralista que sólo genera dependencia de la población hacia el gobierno. Si bien podría decirse que en general el término como tal no es negativo (en un tiempo consideraba lo común y por lo tanto lo del “pueblo”), actualmente se trata de un discurso que encamina hacia el autoritarismo y que está en contra de los ideales de la democracia y la participación de diversos actores políticos y sociales.

Aunado a lo anterior, el populismo está ligado a tendencias antidemocráticas que desprecian el Estado de Derecho, la libertad de prensa y la cooperación privada, concentrando el poder en unos pocos, generando igualmente un sentimiento entre la población de “buenos contra malos”, polarizando las opiniones sin dar oportunidad al diálogo y el consenso; en nuestro contexto, esta situación la vemos materializada en múltiples ejemplos, como la falta de respeto por las instituciones, la constante violación de los derechos humanos, el abuso de autoridad, la usurpación de facultades y la pobre delegación de funciones para los gobiernos locales.

Ante esta situación, quienes confiamos en el humanismo político como la verdadera ruta de cambio, estamos en constante búsqueda de herramientas y proyectos que nos permitan ofrecer un panorama democrático y de justicia para el actuar político y social; es por ello que refrendamos nuestro apoyo a la declaración de “México por una América Libre”, mediante los foros de América Libre Unidos por la Democracia, pues respaldamos la idea de que “una democracia verdadera implica, entre otras cosas, elecciones libres, el respeto a la separación entre los poderes, una justicia independiente y límites a la acción del gobernante”. La puesta en marcha de acciones como ésta amplían la observación de los procesos políticos, no sólo al interior como sociedad, sino también en el exterior, a través de los países hermanos. Asimismo, nos beneficiamos de la experiencia particular de cada participante, ya que en estos espacios contamos con la presencia de ex presidentes de países latinoamericanos, dirigentes de diversos partidos políticos, legisladores y, por supuesto, de quienes conocemos mejor que nadie más la situación al interior del país (presidentas y presidentes municipales).

Estamos muy próximos a un proceso electoral que definirá el rumbo del país y es momento de cambiar de ruta, demostrando que el autoritarismo es una realidad posible que no debemos elegir, por lo que estaremos vigilantes de que se trate de una contienda justa, sin que intervenga la fuerza del Estado o los recursos públicos, y, sobre todo, legítima. Es momento para que, desde nuestras comunidades y lugares de trabajo, alertemos a las y los mexicanos de los riesgos de confiar en el discurso populista, advirtiendo que se trata de un falso oasis en medio de la crisis, recalcando y demostrando con nuestros hechos que la vía democrática siempre será la mejor opción.

La nación