Meméxico lindo y…

Septiembre 2022

Sergio Rodríguez Colín

La Nación

Es la madrugada del miércoles 14 de septiembre en la carretera que va de Ciudad Victoria a San Fernando, en Tamaulipas. Ahí, un retén de la Guardia Nacional detiene a una persona que se dedica a la venta de automóviles, a quien, posteriormente, un elemento de esta corporación le roba mil 800 dólares, de acuerdo con lo declarado por el detenido.

Ante el hurto perpetrado por el oficial, el detenido llama a sus amigos y pobladores de San Fernando, lo que tiene como consecuencia un enfrentamiento entre ciudadanos y elementos de la Guardia Nacional. Para terminar con el pleito, un comandante de esta corporación decide “invitar” a sus compañeros a “cooperar” para reponer el dinero en pesos mexicanos, quedando de manifiesto la plena aceptación del robo por parte de los elementos de la Guardia Nacional.

Lo anteriormente descrito es sólo un botón de muestra de la corrupción que permea a la “flamante” Guardia Nacional del presidente López Obrador y que en los próximos días oficializará su militarización al integrarse todas sus facultades a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Con 105 mil 003 elementos de fuerza operativa, la Guardia Nacional se ha significado desde su creación en un lastre para las y los mexicanos, pues lejos de combatir a la delincuencia organizada y los delitos del fuero común, es una amenaza para los ciudadanos de todo el país, quienes reprueban el actuar de esta corporación en las calles de México.

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Con la militarización de la Guardia Nacional, el presidente dará a la Sedena el permiso de actuar con plena libertad en todos los rincones del país y en todas las circunstancias, ya que las facultades de la Secretaría de Seguridad en esta materia se delegan prácticamente en la Sedena.

Además, quien sea el titular de la Defensa Nacional tendrá la facultad de Ejercer el control operativo y administrativo de la Guardia Nacional. Asimismo, tendrá competencia a nivel estatal, lo que en los hechos es un acto de intervencionismo a las autoridades locales.

El combate a la corrupción de sus elementos no existiría, pues esta militarización no prevé controles anticorrupción, por lo cual sus integrantes podrán actuar con total impunidad, tal y como lo hacen hoy día.

A lo largo de los años se ha demostrado que las naciones que presumen vivir en una democracia no militarizan a las corporaciones encargadas de la seguridad pública, al contrario, entregan éstas a los mandos civiles. Sólo los gobiernos autoritarios militarizan a sus policías porque les gusta tener el control total.

La militarización de la Guardia Nacional en México es un respaldo a la ineficacia y a la corrupción de sus elementos. ¿Dónde quedó aquel López Obrador que se oponía salvajemente a esta decisión? ¡Ah, sí!, vive cómodamente en un palacio.

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