Meméxico lindo y…

Diciembre 2022

Sergio Rodríguez Colín

La Nación

Con respecto a la marcha organizada y presidida por el presidente López Obrador se han hecho infinidad de comentarios, algunos ciertos, otros falsos. Sin embargo, lo que sí es una realidad gravosa e ilegal es el despilfarro de recursos públicos por parte de los gobiernos federal, estatal y municipal encabezados por funcionarios de Morena.

Todos los mexicanos atestiguamos la infinidad de camiones que convirtieron los alrededores del Ángel de la Independencia en la central de autobuses más grande del mundo y la cínica entrega de tortas y tamales, además de dinero en efectivo a los asistentes a la marcha organizada por el Estado.

Es aquí donde surgen las preguntas: ¿quién pagó el diésel de los cientos de autobuses que invadieron la capital del país?; ¿de dónde salió el recurso para la entrega de miles de tortas y tamales?, y ¿quién aportó el dinero en efectivo que se les proporcionó a los participantes?

Será que la maquinaria morenista le está dando la razón a Elena Chávez, quien en su libro El Rey del Cash afirma que el tabasqueño y su séquito son un grupo de ladrones y extorsionadores que institucionalizaron el “moche” en los diferentes niveles de gobierno, y que ahora en el poder máximo que otorga nuestro país se eleva a niveles insospechados.

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Cabe recordar que hoy día Morena, sin alianza, gobierna 20 entidades federativas, mismas que se traducen en una enorme fuente de recursos económicos y en un servicial aparato para movilizar a miles de personas para los fines que requiera el tabasqueño.

Otra estampa que dejó la marcha del 27 de noviembre es el regreso del “Día del Presidente”, el cual se pensaba erradicado desde hace años. López Obrador lo ha vuelto a institucionalizar al hacer de los informes presidenciables un espectáculo donde el punto principal no es el buen desarrollo del país, sino ver qué nivel alcanza el tabasqueño en el “aplausómetro”.

El presidente festeja su pasado priista al honrar y replicar los informes presidenciables que realizaban sus próceres tricolores como Díaz Ordaz, Echeverría Álvarez o López Portillo, quienes acudían ante el Poder Legislativo a “rendir” cuentas de sus administraciones ante un Congreso de la Unión que era dominado por el partido oficialista.

Afuera de este recinto legislativo los miles de acarreados, ahora llamados “movilizados”, vitoreaban al presidente priista en turno. Sin duda, el tabasqueño aprendió muy bien de cómo llevar a cabo movilizaciones “espontáneas” que respalden a su movimiento.

Para desgracia de las mexicanas y mexicanos, nuestro país ha vuelto a los tiempos donde el presidente preguntaba a sus colaboradores: ¿qué hora es? y éstos respondían, “la que usted diga señor presidente”. Nos ha alcanzado el pasado.

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