Rebeldía que nos distinga

Marzo 2024

Susana Zatarain

La Nación

El avance de la izquierda en México ha resultado un verdadero retroceso para nuestro país. No es lo mismo transformación que desarrollo y hemos sido partícipes de que la política de Estado actual no ha sabido diferenciar estos dos conceptos básicos, y ha querido confundir al pueblo mexicano haciéndole creer que ambas son la misma cosa.

Si nos apegamos al estricto sentido etimológico, según lo que nos dice la Real Academia Española, podemos definir a la transformación como hacer cambiar de forma a alguien o algo, pero invariablemente del concepto de esta Institución Cultural de la Lengua, a la transformación podemos adjudicarle diversas connotaciones, máxime cuando esa transformación está mal encausada y viciada por la polarización y el asistencialismo como herramientas de conquista electoral.

Por su parte, el desarrollo, la propia RAE lo define como acrecentar, dar incremento a algo de orden físico, intelectual o moral. Entonces, podemos notar con claridad que estamos ante dos conceptos que, si bien pudieran parecer similares en el contexto etimológico, representan efectos totalmente opuestos en la práctica, según quien los aplique.

La transformación, en términos generales y digeribles, no es más que un cambio y los cambios también pueden enmarcarse dentro de las acciones que generan un impacto negativo, que implican retroceso, convertir lo bueno en malo, lo sólido en inestable y lo sano en putrefacto. El desarrollo, como bien lo describe su propio concepto, atiende al crecimiento, a la modificación que representa un impacto positivo y no negativo, a la correcta implementación de acciones que generen un bienestar verdadero y no ficticio.

Bajo estos dos conceptos podemos confirmar que el actual Gobierno federal ha cumplido con su máxima política de ‘transformar’ a México, más no desarrollarlo. Claro que ha llegado una transformación a nuestro país y lo vemos todos los días: llegaron a transformar lo bueno que existía por políticas fallidas que han dañado en lo más profundo a nuestra sociedad. Y lo podemos constatar con uno de los problemas de mayor gravedad en nuestra realidad actual: el sistema de salud. Con la desaparición del Seguro Popular, 53 millones de mexicanos perdieron la seguridad social y con ello la esperanza de tener una mejor calidad de vida; implementaron un sistema de salud que no tuvo ni pies ni cabeza, y que al poquísimo tiempo de implementado el propio gobierno tuvo que desaparecer.

La nación

En materia de seguridad, ¿qué podemos decir? La política de abrazos y no balazos resultó exitosa solamente para los criminales, ya que han sido los únicos beneficiados al mantenerse impunes y sin castigo alguno, apoderándose del territorio nacional y de nuestra tranquilidad.

De la tan famosa lucha contra la corrupción, que dicho sea de paso era la principal bandera política con la que navegaba el entonces combativo candidato de izquierda Andrés Manuel, el discurso es lo único que ha quedado, siendo la corrupción uno de los principales sellos del actual gobierno, ya que hemos sido testigos de cómo diversas investigaciones y reportajes, tanto nacionales como internacionales, han desmantelado una enorme red de corrupción y tráfico de influencias que se desprende desde el círculo más íntimo del presidente, que pasa por sus hijos y colaboradores más cercanos hasta empresarios que se han convertido en millonarios de la noche a la mañana y que casualmente resultan ser amistades muy cercanas a los hijos del presidente.

Todo esto sólo por ejemplificar lo que ha representado este sexenio, que prometía ser diferente, impulsor, y transformador, pero que ha dado muestra de nepotismo, ineptitud, cinismo y, sobre todo, una evidente incapacidad para gobernar a México. Dicho esto, y sabedores de los efectos negativos que ha causado la mal llamada –o desvirtuada-  transformación, las y los mexicanos tenemos la obligación de reaccionar, de no permitir más atropellos a la dignidad del pueblo mexicano. Tenemos la obligación de despertar conciencias y no conformarnos con la escalofriante realidad que hoy en día ha construido Morena en el país.

En nuestras manos está recuperar el rumbo y darle una nueva dirección a la nación. Recuperar la verdadera esperanza y ofrecer un desarrollo real a las nuevas generaciones. Ese desarrollo que marque un nuevo comienzo en nuestro país y nos dirija hacia la prosperidad verdadera, hacia la reinvención de México, retomando todo lo bueno que ya existía y creando nuevas oportunidades para que las y los mexicanos podamos salir adelante. Que nos sintamos seguros en nuestros hogares, que tengamos la certeza de que si alguna enfermedad nos aqueja habrá un sistema de salud digno y eficiente para brindarnos servicios de calidad. Lleguemos a ese punto de encuentro donde todas y todos detonemos ese desarrollo social y humano que tanto necesita y exige a gritos nuestra sociedad.

Es momento de actuar unidos y a conciencia en la reconstrucción de un futuro pujante, de un futuro verdaderamente esperanzador y no de engaño. Que nos distinga esa rebeldía frente a lo indeseable, frente a lo que daña y somete a nuestro país a vivir en la tragedia. Vayamos por una nueva realidad donde se corten de raíz los principales males que aquejan a nuestra sociedad, como lo son la inseguridad, la violencia, el carente sistema de salud, la falta de oportunidades.

Un nuevo México donde el desarrollo sea el eje rector en todas las regiones. Robustecer y blindar el sistema de seguridad. Depurar y capacitar debidamente las policías. Reconstruir por completo el sector salud de nuestro país. Cerrarle el paso a la improvisación en la función pública. Impulsar a los perfiles más capacitados para los puestos de toma de decisiones. Darle paso a la unificación mexicana y acabar de una vez por todas con esa polarización que divide y destruye. Implementar acciones efectivas para el combate a la corrupción. Someter a todos aquellos que laceran a nuestra sociedad con sus crímenes. Materializar los sueños y anhelos más profundos de cada mexicano. Pero, sobre todo, recuperar la verdadera esperanza y tener la certeza de que un mejor México sí es posible.

La nación