Xiomara Castro toma las riendas de una sufrida Honduras

Febrero 2022

Julio Faesler Carlisle

La Nación

Xiomara Castro Sarmiento de Zelaya asumió hace unos días el cargo de presidente de Honduras por un periodo de cuatro años. A la ceremonia de investidura asistieron el Rey Felipe VI, la vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris, y el canciller, Marcelo Ebrard, de México, además de otros invitados. La señora Castro, líder del Partido Libertad y Refundación, es esposa de José Manuel Zelaya Rosales, quien fue presidente de la república a partir del 27 de enero de 2006. De convicción izquierdista, su gestión entró en serio conflicto con los intereses de las empresas, principalmente norteamericanas, adueñadas de los cultivos bananeros de exportación. En estos años, Honduras era el principal productor de ese producto en el mundo gracias a las operaciones, desde principios del siglo XX, de la United Fruit Company que desbancó a la manzana como la fruta más consumida en los Estados Unidos.

La colusión de la empresa con los hondureños era clara y se tradujo necesariamente en un imponente factor político dominante. Las sucesivas dictaduras y los intereses de la United Fruit, la Cuyamel Fruit o la Standard Fruit, explotaban los recursos del país hasta reducirlo a la humillante caricatura de “república bananera”.

El opositor Zelaya Rosales ascendió a la presidencia por un estrecho margen en las elecciones del 17 de noviembre de 2005, en las que su partido, el Liberal, obtuvo 62 curules en la Asamblea Nacional de 128 miembros. De inmediato decretó una serie de medidas que ataban a los intereses extranjeros, revelando su simpatía por regímenes de izquierda como los de Hugo Chávez de Venezuela, Rafael Correa de Ecuador, Evo Morales de Bolivia o de su vecino nicaragüense Daniel Ortega. Zelaya sumó a Honduras a la integración ALBA que Chávez, líder del “Socialismo Bolivariano”, pretendía extender a todo el continente.

A lo anterior siguió la propuesta de un plebiscito, infligiendo la Constitución, para consultar si el pueblo estaba de acuerdo con que, en las próximas elecciones, se aceptaría que una asamblea constituyente estudiara una propuesta redactada por jurisconsultos, que modificaría la Constitución que permitiera la reelección presidencial.

El inusitado relevo presidencial fue la tajante reacción de los legisladores, jueces y ejército a la convocatoria a un plebiscito. Una movilización arrolladora de masas fue el detonador. El 70 por ciento de la población apoyó las intenciones de Zelaya, su campeón antiimperialista. El Consejo Episcopal Hondureño alertó al pueblo instando a la abstención y al respeto de las instituciones constitucionales vigentes.

El domingo 28 de junio de 2009 por la madrugada el presidente fue relevado manu militari de su cargo. La violenta deposición se realizó de manera flagrante y cruda por los militares que cumplían órdenes del Congreso y de la Suprema Corte para trasladarlo por avión a San José Costa Rica. En la confusión resultante los sectores populares defendieron al presidente depuesto mientras que las clases influyentes respaldaron el fulminante derrocamiento.

El presidente interino, Roberto Micheletti, designado y ungido por el Congreso, declaró que no se trató de un golpe de Estado sino de una transmisión constitucional del Poder Ejecutivo. La totalidad de los presidentes latinoamericanos, incluyendo el de México, la Unión Europea y el presidente de los Estados Unidos, además del Secretario General de Naciones Unidas, condenaron de inmediato el atraco a un presidente constitucionalmente electo.

En 2011, Manuel Zelaya regresaría a suelo hondureño y fue amnistiado por el Congreso. Los militares dominaron la situación abriendo al país al gusto del narcotráfico de diversas mafias como la del Cartel de Sinaloa. Honduras se convirtió desde los años 90´s en plataforma regional para Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y México. A partir de 2010 gobernaron los presidentes Porfirio Lobo, 2010 al 2014, cuyo hijo Fabio está en Estados Unidos purgando una pena de 21 años de cárcel por narcotráfico. El sobrino del siguiente presidente, Juan Orlando Hernández, en dos periodos consecutivos 2014-18 y 2018 -22, Tony, fue condenado en Estados Unidos a 20 años de cárcel.

Son esos los antecedentes del triunfo de Xiomara Castro, lideresa del Partido Libertad y Refundación, con su lema de Socialismo Democrático, sobre su contrincante Nasry Asfura del Partido Nacional tras una intensa lucha. Su inauguración abre una nueva faceta en el confuso escenario político de nuestra América Latina. La presencia de Felipe VI y de México en la inauguración de Xiomara subraya los lazos solidarios hispanoamericanos en las relaciones internacionales cada vez más complejas, por encima de las intemperancias de la izquierda extrema como la que al escribir este artículo el presidente de México hace estallar. Con la presencia de la vicepresidenta Kamala Harris se marcó el compromiso norteamericano de contribuir a los esfuerzos por remediar las causas de la migración hacia su país.

En su primer discurso, Xiomara reiteró su propósito de refundar al país liberándolo del narcotráfico, corrupción e injusticia. Prometió medidas concretas en 100 días y creo una Comisión Internacional contra la Impunidad en Honduras con apoyo de la ONU; nombró a José Zelaya Rosales, sobrino suyo, como Secretario de la Defensa; pidió al Congreso aprobar con urgencia la Ley de Participación Ciudadana que consagra las consultas populares directas, consciente de que este tema fue precisamente el que en 2009 detonó el fulminante golpe militar y empresarial contra su marido.

En el esquema regional el progreso de Honduras es indispensable. Antes de actuar por compulsión ideológica, la señora Castro Sarmiento debe evitar repetir populismos de izquierda extrema, muy buenos para declamar y muy malos para remediar, pero destructores de instituciones democráticas.

Más que nunca, América Latina necesita que Xiomara Castro tenga éxito en su cruzada. Ambas circunstancias convergen en la personalidad de la nueva mandataria que tiene la retadora tarea de enderezar en lo posible la ruta que encarrile la vida de su sufrido pueblo.

México es un factor importante para coordinar la lucha contra el crimen organizado en mafias y autor del terrorismo deshumanizado en Centroamérica. Esta tarea es indispensable para la tranquilidad y progreso en esa región, y por ende de nuestras relaciones exteriores. Es una de las muchas razones para que los legisladores del PAN aumenten su influencia en la Cámara de Senadores donde se promueven los valores que sostienen la armonía internacional.

 

Julio Faesler Carlisle es integrante del Consejo de Plumas Azules.

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