Los jesuitas en México

Julio 2022

María Elena Álvarez de Vicencio

La Nación

La muerte de dos sacerdotes jesuitas, ocurrida recientemente en el estado de Chihuahua, nos ha llevado a recordar varios sucesos ocurridos desde la llegada de los misioneros jesuitas españoles a esta nación.

Los jesuitas vinieron a México por sugerencia de los franciscanos, que ya estaban aquí, y consideraron que los mexicanos que ellos habían enseñado a leer y escribir debían tener la oportunidad de elevar su nivel de estudios, por lo que consideraron que los jesuitas podrían ayudarles, ya que tenían muy avanzados métodos de enseñanza.

Los jesuitas llegaron a México por Baja California en 1572 y fundaron 299 pueblos. No establecieron colegios a su llegada, primero quisieron analizar a fondo el ambiente y las necesidades. Esperaron dos años para conocer y familiarizarse con el sentir de los indios, después formaron “La misión de la Tarahumara”, la cual perduró por 150 años con 18 centros misioneros y con 12 mil indios de la periferia.

Los jesuitas realizaban una gran acción misionera. Impartían la educación a los indígenas para que llegaran a ser personas capaces de decidir y actuar por sí mismos. Con ese fin organizaron colegios donde los indios recibirían una formación integral, tenían gran influencia con los indios, ya que podían comunicarse con ellos en náhuatl y pápago en toda la Tarahumara.

Los colonos españoles y los funcionarios consideraron que los misioneros jesuitas, con su propósito de ayudar a los indios y evitar su explotación, eran un impedimento para el desarrollo económico de la región.

La historia nos relata que el 25 de junio de 1767, el Marqués de Croix, Virrey Gobernador y Capitán General del Reino de la Nueva España, firmó un decreto de expulsión de los jesuitas en el que advertía que “usaría el último rigor y la ejecución militar, no sólo contra aquellos que contravengan la orden, sino a cualquiera que manifestara públicamente su opinión al respecto”.

Los jesuitas expulsados que estaban en el norte del país tenían que llegar caminando a Veracruz para ser embarcados. La caminata no era aguantada por todos y algunos murieron en el camino.

Para muchos fue una decisión injusta la expulsión de los jesuitas, pero los historiadores no se ponen de acuerdo. Algunos opinan que no se debió aprovechar el trabajo esclavizado de los indios para lograr el desarrollo económico, mientras que otros consideran que era necesario ese trabajo para el desarrollo del país. Lo ideal sería haber compaginado el desarrollo del país sin explotar a los indios, sino remunerándolos con lo justo, según la época y el lugar.

Los franciscanos que pidieron llamar a los jesuitas, que habían iniciado sus actividades en Texcoco, continuaron con Tlaxcala y Huejotzingo, encabezados por Fray Pedro de Gante. Se proponían ganar almas para compensar las que se estaban perdiendo en Europa con motivo de las luchas por las reformas religiosas. Trabajaron y formaron grupos selectos para la difusión de la doctrina y, al mismo tiempo, atendieron a grandes grupos y les enseñaban oficios, además de instruirlos en la religión cristiana.

Estos hechos son parte de la historia de nuestra patria, el conocerlos nos ayuda a valorar lo que somos y nos impulsa a conservarla y a engrandecerla.

 

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