Retomar el camino ciudadano

Septiembre 2023

Cecilia Romero Castillo

La Nación

El PAN se fundó en 1939, con el objetivo principal de ser cauce a través del cual los ciudadanos se expresen políticamente, como lo estipula el artículo 1º de sus Estatutos: “El Partido Acción Nacional es una asociación de ciudadanos mexicanos en pleno ejercicio de sus derechos cívicos, constituida en partido político nacional, con el fin de intervenir orgánicamente en todos los aspectos de la vida pública de México…”.

Durante más de 80 años -84 estamos cumpliendo en estos días-, el PAN ha contribuido a la democratización de México a través de iniciativas presentadas en el Congreso, políticas públicas puestas en práctica en los gobiernos emanados de sus filas, creación y defensa de las instituciones de la democracia, formación de la conciencia ciudadana y el ejercicio del oficio político con principios.

El PAN ha sido, para varias generaciones de mexicanos, el instrumento idóneo para participar en el desarrollo de sus comunidades, colaborar en su mejoramiento, ejercer liderazgo cívico, canalizar exigencias ciudadanas y designar candidatos a puestos de elección popular que, una vez obtenido el triunfo, han representado los anhelos de la sociedad y avanzado en la construcción del bien común.

La presencia del PAN en la vida de México ha contribuido en gran medida a la apertura de espacios de poder a los ciudadanos y ha logrado ser contrapeso y garante de la división de poderes. A través del PAN, la sociedad ha obtenido reivindicaciones históricas y el país ha podido avanzar hacia el desarrollo. Desde el gobierno o desde la oposición, el PAN ha sido un actor relevante en la historia del México contemporáneo.

Por otro lado, aunque para la mayoría de los mexicanos la participación en la toma de decisiones es importante, no creen que los partidos políticos constituyan un canal adecuado para acceder a la posibilidad de hacerlo. Para el mexicano común, los partidos políticos no representan ningún beneficio, ni tienen relación alguna con sus intereses individuales o familiares. Si existen o no les da lo mismo.

No faltan razones para que los ciudadanos califiquen de esta forma a los partidos. Aun cuando no podemos generalizar, es preciso aceptar que la mala actuación de algunos mancha la reputación de todos. Las omisiones de sus dirigentes, la ausencia de los representantes populares de las comunidades que los eligieron, los escándalos que involucran a autoridades, la falta de resultados tangibles en economía, seguridad, salud, educación, hacen que la brecha entre partidos y ciudadanos se amplíe, y haga más difícil la búsqueda del bien común.

Es preciso considerar que tanto los que participamos en un partido político como los que no lo hacen, somos igualmente ciudadanos. Quien se preocupa por la ciudad, quien cumple sus obligaciones y exige sus derechos, quien trabaja por el bien común, es ciudadano. Se ha popularizado una falsa distinción entre ‘político’ y ‘ciudadano’ que está haciendo mucho daño a la posibilidad de trabajar juntos en beneficio de nuestra comunidad.

La situación actual que se vive en México requiere con urgencia de la participación de la ciudadanía para ocupar espacios de toma de decisiones, especialmente en el terreno donde se definen las leyes y se ponen en ejecución las políticas que rigen la vida del país.

Las organizaciones de la sociedad son fundamentales para restaurar el tejido social y ejercer influencia tanto en los gobernantes como en los partidos políticos, sin embargo, es a través de éstos que hay posibilidad de acceder a posiciones de poder y representación.

Es, por tanto, de primera importancia que los ciudadanos que participamos activamente en el PAN colaboremos para revitalizar la vocación ciudadana de nuestro Partido, para que sea considerado como instrumento útil al servicio de los mexicanos.

La urgencia de tomar decisiones sobre el bien común de México para lograr cambios favorables en la contienda electoral de 2024 ha abierto una ventana de oportunidad que no debe ser desperdiciada. El deterioro de las instituciones democráticas se agrava y de esto toman conciencia de manera creciente ciudadanos que hasta hace poco ignoraban la importancia de su participación.

Por su historia democrática, por su doctrina humanista, por su vocación ciudadana, el PAN tiene en este momento histórico la grave responsabilidad de reivindicarse como instrumento útil al servicio de los ciudadanos –panistas o no– que coincidimos en que el bien común de México está por encima del bien particular o de grupo.

El PAN no es un partido de clase, ni de masas. Es una agrupación de ciudadanos mexicanos en la que convergen militantes y grupos de militantes con pluralidad de origen, con distintos matices sobre cuestiones de forma, con énfasis diversos en temas de coyuntura. En el PAN caben todos aquellos que comparten los conceptos básicos de su doctrina, independientemente de la religión que profesen. En el PAN tienen cabida mexicanos que pertenecen a distintas clases sociales, en el PAN participan católicos practicantes y agnósticos, empresarios y obreros, campesinos y académicos, estudiantes y profesionistas. La unidad del PAN no se da en la unanimidad acrítica, sino en la discusión democrática, porque se sustenta en la eminente dignidad de la persona.

Ahora que conmemoramos un aniversario más de nuestro Partido, los ciudadanos mexicanos que formamos parte del PAN debemos asumir la responsabilidad de retomar el camino ciudadano, de abrazar con fuerza los principios que nos dieron vida, para traducirlos en acciones concretas, de presencia y cercanía en barrios y comunidades, de liderazgo de causas sociales justas, de exigencia y militancia constante.

El PAN es necesario en estos momentos de México, los panistas de hoy debemos dar respuesta alegre, comprometida y generosa. ¡Feliz Aniversario!

La nación