América Latina: un repaso a través de los siglos

Julio 2024

Julio Faesler Carlisle

La Nación

Vistos los 600 o más años transcurridos desde que los Aztecas se aventuraron desde su mítico Aztlán a los valles del centro Mexica, la comunidad mexicana ha ensayado una larga sucesión de modos de vida.

Los reyes toltecas, tlaxcaltecas y demás ejercían su autoridad como lo hacían al mismo tiempo los monarcas españoles, a los que a partir de 1521 habrían de rendirse sumisos.

El gobierno de la Colonia, que habría de durar trescientos años, seguiría atesorando sus barras de oro y plata según su política mercantilista medieval hasta los albores de las revoluciones liberales que trocaron las relaciones del poder y pueblo hasta transformar la monarquía en moda republicana, en donde rivalizaron conservadores y liberales durante todo el siglo XIX para prevalecer estos últimos.

Los albores del siglo XX fueron de ensayos socialistas regionales como los de Tabasco y Yucatán, junto a visionarias inversiones en infraestructuras agrícolas e industriales. Comenzaba un capitalismo cerrado, mientras se extendía la corrupción que derrochó despilfarros de presupuestos públicos y su correspondiente desequilibrio y desigualdad económica y social.

El modelo político que lo cobijaba parecía estable sustentado en un comprometido agradecimiento popular por la generosidad de las dádivas de los diversos programas de ayuda social instituidos en la Constitución.

Más que lo positivo del sistema de renta universal que se confirmó a principios del siglo XXI, se provocaron quejas por las graves fallas o ausencias en los programas de salud, educación y particularmente en los de seguridad pública. El deterioro en el agradecimiento popular y una crítica creciente hacia el gobierno, que a lo largo de la administración de AMLO engañó al público en sus mañaneras de autoelogios, en donde abundan las versiones de una realidad alterada para tapar las carencias de los servicios prometidos.

Tal situación no aseguró estabilidad económica y política porque se sostenía sólo en una faceta de las varias que se requiere para reclutar todas las energías que componen un esquema solido de producción de artículos para el mercado interno y la exportación. La historia demostraba que la sustentabilidad política depende de la política y viceversa.

Distribuir poder de consumo con dádivas a la población básica, es decir, del más del 90 por ciento de la comunidad total de México, no daba solidez política, sino que sólo produce insatisfacción que se expresa en forma de un apoyo electoral cada vez menor. La reacción negativa a la política de comprar adhesión electoral subsidiando el consumo se revela endeble con el paso del tiempo hasta que inevitablemente la erosión de la confianza se quebranta y el confiado gobierno se desploma.

Es ese el fenómeno que se advierte en los países latinoamericanos de izquierda como Venezuela, Cuba, Guatemala, Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Bolivia, Colombia, Chile y Brasil, que advierten cómo las inclinaciones hacia una derecha correctora van avanzando como se ha visto en los casos de El Salvador, Panamá, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Argentina y Costa Rica.

Es larga la historia secular de preferencias políticas en la comunidad latinoamericana y de cómo a la postre no se consolidan los regímenes que utilizan estadísticas de una prosperidad falsa.

Para nosotros, la orientación política del gobierno de Claudia Sheinbaum hacia la izquierda o hacia una inclinación al centro, será de fundamental interés para todo el Continente americano e inclusive para el mundo.

La responsabilidad del electorado mexicano es ahora más aguda que nunca. No sólo está de por medio su capacidad de influir en el comportamiento de las Cámaras Legislativas de composición de izquierda, sino su capacidad de preparar la orientación de las dos Cámaras Legislativas para la elección de 2028.

 

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