Vitalidad de 1915

Mayo 2023

Javier Brown César

La Nación

Don Manuel Gómez Morin terminó de escribir su ensayo 1915 en febrero de 1926, después de su amarga experiencia con los regímenes revolucionarios, que habían convertido al Banco de México, una de sus más queridas creaciones, en una caja chica para sus negocios personales. Esta desazón, que acompañaría al fundador del PAN en diversos momentos de su vida, y que en buena medida fue resultado de su experiencia en el sector público, lo movió a publicar un auténtico manifiesto a la Nación.

En el apartado iniciación, Gómez Morin evoca su experiencia en el Ateneo de la Juventud y a maestros como Antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña, Ricardo Gómez Robledo y desde luego, José Vasconcelos. El pequeño grupo, que nacía en medio de un régimen en agonía “inició formalmente la rebelión espiritual contra las doctrinas que entonces y desde hacía tiempo eran verdad obligatoria en México”.

Este grupo, unido por una inquietud común, se deshizo pronto, quedando tan solo quienes se reunían en torno a Antonio Caso. En medio de la confusión revolucionaria, se reveló la existencia de nuestra patria, de México “como país con capacidades, con aspiración, con vida, con problemas propios”, verdad que se había olvidado en medio de la política colonialista del Porfiriato. Y fue en el año de 1915 que “nació un nuevo México, una idea nueva de México y un nuevo valor de la inteligencia en la vida”.

El panorama de oscuridad que prevalecía en esos años “contribuyó a la desorientación”. “La falta de maestros y de disciplina y el apremio de la política hicieron imposible toda labor crítica”. Además, estos años estuvieron marcados por oscuridad intelectual, desorientación política, un terrible desenfreno y una grave corrupción moral. Y así apareció, en medio de esa oscuridad, una generación, la de 1915 con “un mismo propósito puro, que podrían definir el inexpresado afán popular que mueve nuestra historia”.

Aparece ante nosotros, la idea de generación, a la que convoca Gómez Morin, para cambiar de forma definitiva a México. Una generación no es sólo un grupo de personas que pueden llamarse contemporáneas, sino que se basa principalmente “en una íntima vinculación establecida entre varios hombres por la existencia en todos ellos, de un mismo impulso inefable, de una inquietud peculiar, de ciertas maneras profundas de entender y valorizar la vida y de plantear sus problemas. Es una especie de unidad biológica superior, trascendental”.

Es a esta generación a la que el oriundo de Batopilas convoca, con base en un criterio y en un método, para emprender la acción. Tenemos aquí ante nosotros, la inquietud fundamental que habría de llevar, a la postre, a la fundación del Partido Acción Nacional. Una generación carente de criterios de acción es simplemente un grupo amorfo que tal vez tenga vínculos sólidos, pero que carece de eficacia. De ahí la necesidad de postular un criterio para la lucha política: “un criterio de verdad, un método y una actitud fundamental”. Dicho criterio es el dolor como “la única cosa objetiva, clara, evidente, constante”. Pero no se trata del dolor que viene de una fuente inevitable, sino el dolor que nos causamos unos a otros: “el dolor que originan nuestra voluntad o nuestra ineficacia para hacer una nueva y mejor organización de las cosas humanas”. Este dolor, que nace de nuestras malas decisiones y de nuestra incapacidad para organizarnos es el campo “común de trabajo y discusión” que se propone para la generación de 1915.

Y así: “Socialmente, por lo menos, nuestro deber es obrar, remediar males, mejorar la condición de los hombres. Proclamar este primer postulado, es darnos una señal de inteligencia que nos permitirá estar cerca unos de otros, cualesquiera que sean las distancias que en otros puntos nos alejan”.

El método de Gómez Morin refleja de cuerpo completo al fundador del Partido, como un líder visionario, capaz de atisbar un porvenir posible. Este método lo resume en una sencilla frase: “Íntima unión de realidad, propósito y procedimiento”. Es el método de la política pública. En primer lugar “Investigar disciplinadamente en nuestra vida, ahondando cada fenómeno hasta encontrar su exacta naturaleza tras los externos aspectos artificiales. Disciplinadamente, también, inventariar nuestros recursos y posibilidades”.

En segundo lugar “determinación concreta de un fin con realización posible según nuestra verdadera capacidad y sin que ello signifique renuncia o transacción deprimentes, sacrificio de más altos anhelos, antes indicando que se trata de una lenta ascensión por un camino inconfundiblemente trazado de antemano”. Y por último: “Dominio… de los medios de acción. Pericia en el procedimiento que haya de seguirse para transformar los hechos según el tipo que proporcione el propósito perseguido”.

Con este criterio y con este método, al que Gómez Morin llama técnica, se da el llamado a emprender el cambio de México. De esta forma tenemos “una tarea para la generación de 1915. Imperativo de nuestra época, resultado de nuestra experiencia, fruto de aquel año en que surgió un nuevo México”. “Crítica y método; lo que no quiere decir matar la vigorosa espontaneidad característica de este momento”.

Y al final del ensayo, encontramos esa frase célebre, tan repetida en diversos contextos, porque marca de forma entrañable la unidad de una generación: “El deber mínimo es el de encontrar, por graves que sean las diferencias que nos separen, un campo común de acción y de pensamiento, y el de llegar a él con honestidad –que es siempre virtud esencial y ahora la más necesaria en México-". “Y la recompensa menor que podemos esperar será el hondo placer de darnos la mano sin reservas”.

En perspectiva, 1915 es una especie de carta constitutiva de la nueva organización que habría de ser el nuevo Partido, la obra más querida de Gómez Morin. Es la tarea de nuestra generación abrevar de estos ideales e ideas, actualizarlos y no olvidar nunca que sin criterio y técnica la acción política es vana y estéril. Cada generación, al compartir anhelos, aspiraciones y diagnósticos, debe encontrar en sí misma los motivos espirituales profundos que la lleven a actuar con decoro y decencia para realizar el cambio necesario para un país sumido en tiempos de oscuridad. ¿Por qué es tan vital 1915? Porque propone, a la vez, una crítica y un método, con base en el diagnóstico puntual, atinado y veraz de la realidad. Nuestra generación, sin duda, abrevó de 1915 y es nuestro deber transmitir a las generaciones que vienen ese aliento común, esa fuerza espiritual, ese impulso místico que llevaron a la fundación de Acción Nacional.

 

La nación