Hablemos de política exterior

Octubre 2023

Fernando Rodríguez Doval

La Nación

Parece evidente que Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum representan dos visiones completamente diferentes de la política, la sociedad y el gobierno. La primera cree en el mérito, el esfuerzo, la libertad, la capacidad de emprender, la política social subsidiaria, la creación de oportunidades, el desarrollo solidario. La segunda cree en el Estado obeso, asistencialista y paternalista, en la economía dirigida, en la política social clientelar y controladora. Lo que estará en juego en la próxima elección presidencial no será solamente qué persona encabeza el Poder Ejecutivo, sino también que proyecto de país quieren impulsar.

Y precisamente uno de los temas en los que las diferencias entre ambas son más marcadas es el de la política exterior. Xóchitl Gálvez se ha pronunciado en contra de las dictaduras, y a favor de que México tenga una presencia internacional siempre defensora de la democracia y los derechos humanos. Claudia Sheinbaum, en cambio, ha dado pasos enormemente preocupantes. Es pertinente ahondar en ellos.

Hace algunos días se llevó a cabo en México la IX reunión del llamado “Grupo de Puebla”, un foro que reúne a decenas de políticos de la izquierda más extrema de América Latina y España. La anfitriona fue Claudia Sheinbaum. Estuvieron presentes, entre otros, Bruno Rodríguez, canciller cubano; Delcy Rodríguez, vicepresidenta venezolana y mano derecha de Nicolás Maduro; Evo Morales, ex presidente boliviano depuesto tras cometer fraude electoral; Ernesto Samper, ex presidente colombiano acusado de colaboración con el narcotráfico; o Rafael Correa, ex presidente ecuatoriano prófugo de la justicia, acusado de corrupción.

En los últimos años, el “Grupo de Puebla” ha caminado de la mano del Foro de Sao Paulo; ambos aspiran a articular y coordinar los esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda en América Latina. En este sentido, uno de los propósitos más evidentes de la reunión que recién sostuvieron ha sido cerrar filas con los gobiernos dictatoriales de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

No está de más recordar la gravedad de lo que está pasando en estos países en materia de derechos humanos.

Según diferentes organizaciones internacionales, en Cuba hay más de mil presos políticos, y a diario se producen detenciones arbitrarias, procesos penales abusivos y torturas. No existe ningún tipo de libertad y la mayor parte de la población está sumida en la pobreza.

En Nicaragua hay ejecuciones extrajudiciales, se priva de la nacionalidad a los opositores, se detiene arbitrariamente y se tortura, hay un Obispo católico encarcelado y la principal universidad privada del país acaba de ser expropiada por el gobierno de Daniel Ortega.

En Venezuela se acaba de inhabilitar a María Corina Machado, principal aspirante opositora a la Presidencia, siete millones de personas se han exiliado en los últimos años y el 94 por ciento de la población está bajo el umbral de la pobreza, según una medición de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

Al estar ahí presente en la reunión del “Grupo de Puebla”, Sheinbaum ha dejado claro que su eventual política exterior sería afín a los gobiernos populistas y bolivarianos de la región. Gobiernos que, dicho sea de paso, han llevado a sus naciones a la pobreza, la violencia y la corrupción.

El gobierno de López Obrador ha carecido de una auténtica política exterior. Por eso los conflictos de Ucrania o de Oriente Medio lo han agarrado con los dedos en la puerta. Pero su candidata a sucederlo, Sheinbaum, parece compartir una visión exterior claramente liberticida y proclive a quienes violan los derechos humanos.

Otro motivo más para promover con todas nuestras fuerzas un cambio de gobierno el próximo mes de junio.

 

Fernando Rodríguez Doval es Secretario de Estudios y Análisis Estratégico del CEN del PAN.

La nación