México avanza, pero no lo suficiente

Octubre 2023

María Elena Álvarez de Vicencio

La Nación

Cuando llegan las elecciones a nuestro país no podemos dejar de recordar cómo eran los procesos electorales hace varios decenios. En primer lugar, la oposición se dedicaba a revisar el “padrón electoral”, el cual era elaborado por la Secretaría de Gobernación para cada elección.

Los partidos políticos pedían a la Secretaría de Gobernación que les proporcionara una copia de esos padrones con el fin de revisarlos, pues era costumbre que en dicho padrón sólo aparecieran los nombres de las personas controladas por el gobierno, por ser parte de la burocracia, y que tenían la obligación de votar por los candidatos propuestos por el “partido oficial”.

También aparecían en ese “padrón” nombres de personas inexistentes, pues se daba el caso de que en la dirección de un terreno baldío estuvieran empadronadas decenas de personas, las cuales el día de la elección todas votaban. Asimismo, era muy común que en el padrón no aparecieran los nombres de las personas que públicamente eran conocidas como panistas o que sus nombres aparecieran en las listas de las personas empadronadas en otras colonias y hasta en otros estados de la República, para que no pudieran votar.

Los panistas, tras insistentes peticiones a la Secretaría de Gobernación, lograban obtener copias de los padrones, los revisaban cuidadosamente y presentaban todas las anomalías encontradas. Las peticiones de corrección no eran atendidas y el día de la elección se confirmaba que habían votado todas las personas inexistentes y que muchos panistas no pudieron votar, pues sus nombres no aparecían en los padrones, pero los votantes oficiales llevaban una lista con los nombres de todas las personas por las que deberían votar.

Recordar ese pasado es doloroso, pero al mismo tiempo es estimulante constatar que esas irregularidades fueron superadas y que disfrutamos de una democracia electoral regulada y contamos con un documento que nos identifica y facilita los trámites necesarios, además la credencial de INE nos permite identificarnos cuando es necesario.

Hoy, entre algunos dirigentes se presenta una discusión sobre la necesidad de tener un control personal de los mexicanos, pero otros consideran que el que ya se tiene parcialmente con el INE es suficiente. Esta inquietud no parece responder a una necesidad académica, sino a otros intereses.

Además, hay temas muy importantes sobre los cuales convendría profundizar, como el de la educación. ¿Cómo está el nivel educativo de los jóvenes y qué se puede hacer para mejorarlo? Los datos nos dicen que ha aumentado el número de jóvenes que no cursan la preparatoria y se quedan sólo con la secundaria, y tampoco es satisfactorio el número de jóvenes que no cursan una carrera porque en el estado en que viven no hay esas escuelas.

También se requiere analizar si las becas que últimamente se han proporcionado a los jóvenes se han usado debidamente y si han dado los resultados esperados, si los beneficiados han continuado sus estudios o los han interrumpido.

Sería conveniente analizar el nivel educativo que pueden alcanzar los jóvenes en los distintos estados de la República, esto con el fin de ver en qué lugares falta la creación de las instituciones que se requieren para que los jóvenes tengan la posibilidad de inscribirse en la ciudad donde viven y la distancia de las escuelas no sea un impedimento.

Nuestro país ha avanzado en varios aspectos, pero los centros de educación media y superior no son suficientes, y eso determina que el nivel educativo de los jóvenes no sea el que se requiere para su pleno desarrollo.

Sería deseable lograr que, así como se ha avanzado en los procesos democráticos, se avance con mayor rapidez en la creación de instituciones educativas de los niveles superiores en todos los estados de la República que no los tengan.

 

María Elena Álvarez de Vicencio es Directora del Centro de Estudios para la Mujer Blanca Magrassi y Consejera Nacional del PAN.

La nación