Reivindicar la libertad

Octubre 2021

Fernando Rodríguez Doval

La Nación

Si algo tenemos claro del presidente Andrés Manuel López Obrador es su afición por la historia. Una afición que no se limita a conocer de ella para extraer lecciones de gobierno, como seguramente hacen muchos Jefes de Estado en el mundo. Tampoco es una afición que simplemente entienda la historia en una clave maniquea que luego busque traer al tiempo presente, como también es común entre los políticos de cualquier lugar. No, lo de AMLO y la historia es más bien una obsesión que se convierte en un fanatismo fatalista, en el convencimiento de que existe un destino que se tiene que cumplir inexorablemente. Ese destino es a lo que el presidente de México ha llamado “la Cuarta Transformación”.

De esta manera, es evidente que López Obrador manipula la historia con fines no solamente políticos, sino también ideológicos e incluso escatológicos. Y esto es algo tremendamente peligroso, tal y como nos lo enseñaron de manera dramática los totalitarismos del siglo XX.

Uno de los pensadores más destacados del siglo pasado fue Friedrich Hayek, economista austríaco que defendió el modelo de una sociedad libre. Sus argumentos contra el totalitarismo, expresados mayormente en su obra Camino de Servidumbre, siguen teniendo enorme relevancia y bien pueden ser aplicados a lo que estamos viviendo en México.

Hayek fustiga el colectivismo de los totalitarios. En el colectivismo, el individuo es sólo un medio para servir a los fines de una entidad más alta, por lo que la intolerancia y la eliminación de cualquier posibilidad de disenso son consecuencias inevitables. En México vemos a un presidente que todos los días descalifica a sus adversarios y les pretende quitar cualquier tipo de legitimidad, precisamente porque ha construido una entidad colectiva más amplia –“la Cuarta Transformación”— a la que todos deben subordinarse.

Por supuesto, en el colectivismo de los totalitarios la verdad termina por languidecer. Mediante una utilización nociva de la propaganda se propone que todos crean lo mismo. “Para que un sistema totalitario funcione eficientemente no basta forzar a todos a que trabajen para los mismos fines, es esencial que la gente acabe por considerarlos como sus fines propios”, escribió Hayek. Cuando vemos la manera tan grotesca en que se pretende convencer a la opinión pública de los supuestos beneficios de la reforma eléctrica, podemos percatarnos precisamente de estos señalamientos.

Otro gran pensador del siglo XX, Imre Kertész, también estudió a las ideologías totalitarias a fin de entender su éxito. Este húngaro, Premio Nobel de Literatura 2002 y sobreviviente de Auschwitz, nos dice que el totalitarismo ofrece al individuo un mundo integral, algo de lo cual poderse asir para olvidar la soledad y la transitoriedad al proponerle una noción de las cosas cerrada, completa. Las ideologías totalitarias tienen además un componente seductor, ya que venden una alta dosis de seguridad y de protección.

¿Se exagera cuando equiparamos al régimen que pretende construir López Obrador con los totalitarismos del siglo XX? No si nos remitimos a sus fundamentos teóricos. Lo que pretende el movimiento lópezobradorista es abarcar la totalidad de las esferas humanas. Pretende insertarse en los ámbitos públicos y privados de las personas. Cuando el presidente dice que su gobierno quiere lograr la felicidad de los seres humanos, camina en ese sentido.

Frente a ello, el mejor antídoto es el de la libertad. Frente a un intento permanente por dotar al Estado de más y más poderes –siempre argumentando los fines más nobles—, debe defenderse la autonomía de las personas y la subsidiariedad en la relación de éstas con las entidades públicas.

Hace falta un renovado esfuerzo cultural por defender a la persona, a las comunidades intermedias, a la sociedad que libremente se va construyendo a partir de los esfuerzos individuales. En buena medida, el éxito de AMLO se debe a la cultura política estatista y colectivista que predominó en nuestro país durante el siglo pasado. Tanto como entonces, es necesario reivindicar la libertad.

 

Fernando Rodríguez Doval es Secretario de Estudios y Análisis Estratégico del CEN del PAN.

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