Aristóteles y la política

Enero 2024

Javier Brown César

La Nación

Aristóteles de Estagira fue el primer polímata que estudió de forma sistemática la política. Cierto es que su maestro, el gran Platón de Atenas, nos legó obras imprescindibles como la Politeia (anacrónicamente llamada República), el Político y las Leyes, pero fue el Estagirita quien puso los cimientos de la teoría política contemporánea y quien realizó los primeros estudios comparados que se conocen.

El humanismo político, la filosofía de la vida nacional que buscó denodadamente Manuel Gómez Morin y que fue bautizado con este nombre por su gran amigo Efraín González Luna, abreva de las ideas aristotélicas, cribadas por la influencia innegable del neotomismo de Jacques Maritain.

Durante siglos, el legado aristotélico fue ensombrecido por la adopción casi universal de las tesis platónicas, pero gracias a los traductores árabes y a la considerable influencia del principal comentador de Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, el Filósofo de Macedonia resurgió con fuerza inusitada. ¿Qué nos enseña Aristóteles a las mujeres y hombres de nuestro tiempo?

 

La Política debe estudiarse después de la Ética

En su importante opúsculo sobre los Principios de la realidad natural Santo Tomás propone el orden en el que debe estudiarse la filosofía del Estagirita: Lógica, Física, Metafísica, Filosofía natural y Filosofía de las cosas humanas. Esta última comprende, desde luego, la ética y la política.

Aristóteles emprende primero el estudio de la Ética como la antesala natural de la Política y esto, que debería ser un imperativo didáctico y heurístico, muchas veces se deja de lado. Actualmente, suelen priorizarse disciplinas pragmáticas y técnicas como la oratoria o la negociación, sin antes haber estudiado seria y largamente los supuestos éticos de la vida moral. La consecuencia lamentable de esta omisión es un pragmatismo burdo y excesivamente peligroso.

Platón ya nos había advertido de la necesidad de preparar previamente a los futuros reyes-filósofos, aunque su propuesta pueda parecernos hoy día un tanto extrema: “Así como se lleva a los potros adonde hay fuertes ruidos y estruendos, para examinar si son asustadizos, del mismo modo se debe conducir a nuestros jóvenes a lugares terroríficos…” con el objetivo de aprender a comportarse “para ser lo más útil posible, tanto a sí mismo como al Estado”.

En Aristóteles, al final de las investigaciones sobre la Ética, sistematizadas en su obra dirigida a Nicómaco, se anuncia el estudio de la Política: “como nuestros antecesores dejaron sin investigar lo relativo a la legislación, quizá será mejor que lo examinemos nosotros… Después de haber investigado estas cosas, tal vez estemos en mejores condiciones para percibir qué forma de gobierno es mejor, y cómo ha de ser ordenada cada una y qué leyes y costumbres ha de usar”.

 

La Política versa sobre el bien

Actualmente, la política y el poder se han conjugado en un binomio aparentemente indisoluble. Desde Maquiavelo el arte de la política tiene como imperativos la adquisición, el acrecentamiento y la conservación del poder. Para Aristóteles no habría idea más extraña, ya que el poder, en su pensamiento era ante todo capacidad y posibilidad. Sólo dos obras políticas de Aristóteles han sobrevivido a la destrucción: una serie de lecciones de diversas épocas, que conforman la Política y su Constitución de los atenienses.

La magna obra sobre Política comienza así: “Toda ciudad se ofrece a nuestros ojos como una comunidad; y toda comunidad se constituye a su vez en vista de algún bien (ya que todos hacen cuanto hacen en vista de lo que estiman ser un bien). Si pues todas las comunidades humanas apuntan a algún bien, es manifiesto que al bien mayor entre todos habrá de estar enderezada la comunidad suprema entre todas y que comprende a todas las demás; ahora bien, esta es la comunidad política a la que llamamos ciudad”.

 

La comunidad política surge de forma natural no por contrato y con base en el lenguaje

El contractualismo actual hunde sus raíces en el pensamiento de los sofistas griegos, quienes postularon la necesidad de pactos para defenderse de la injusticia. Aristóteles se deslinda de estas ideas sobre el origen convencional de la ciudad para postular que ésta surge de forma natural: “La asociación última de muchas comunidades es la ciudad. Es la comunidad que ha llegado al extremo de bastarse en todo virtualmente sí misma, y que si ha nacido de la necesidad de vivir, subsiste porque puede proveer a una vida cumplida. De aquí que toda la ciudad exista por naturaleza, no de otro modo que las primeras comunidades, puesto que es ella el fin de las demás”. Y más adelante agrega el Estagirita que “la ciudad es una de las cosas que existen por naturaleza”.

Quizá la idea más revolucionaria y vigente de Aristóteles sea su postulado de que el ser humano es por naturaleza un animal social (to zoon politikón) con base en el lenguaje. Es la palabra la que está en el origen de la política: “el por qué es el hombre un animal político, más aún que las abejas y todo otro animal gregario, es evidente. La naturaleza no hace nada en vano; ahora bien, el hombre es entre los animales el único que tiene palabra”.

La palabra, ese don divino que hoy sabemos que ha marcado una diferencia evolutiva sorprendente, está en el origen de la política: “la voz es señal de pena y de placer, y por esto se encuentra en los demás animales… pero la palabra está para hacer patente la provechoso y lo nocivo, lo mismo que lo justo y lo injusto; y lo propio del hombre con respecto a los demás animales es que él sólo tiene la percepción de lo bueno y lo malo, de lo justo de lo injusto y de otras cualidades semejantes, y la participación común en estas percepciones es lo que constituye la familia y la ciudad”.

Así, la palabra es la esencia de la política y la política vive en la palabra. Quien domina el lenguaje público domina la opinión pública. Quienes definen lo que se dice y de lo que se habla en nuestras ciudades son los monarcas de la agenda mediática, los demás quedamos reducidos a la categoría de meros súbditos, imitadores o seguidores…

 

X: @JavierBrownC

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