[1]. Por estacionalidad, en el segundo trimestre de cada año se registra el mayor número de homicidios dolosos, a diferencia del primer, tercer y cuarto trimestre. En cuatro años del gobierno de Peña Nieto son 71 mil 843 los homicidios dolosos en territorio mexicano, cifra mayor a los 60 mil 206 que se registraron durante el mismo periodo de gobierno de Felipe Calderón. ¿Qué situación explica tal diferencia? La violencia interna que se vive en México, asociada con el crimen organizado, es para la mayoría de la población y los medios de comunicación en general, resultado de la guerra que se originó con la llegada de las fuerzas armadas a las calles a principios del año 2007, con la intención de disminuir el poder de los grupos delictivos en materia de impunidad (Ver Plan Nacional de Desarrollo, 2007-2012).
Lo anterior muestra contradicciones claras. Por un lado, un homicidio es resultado de muchos incentivos (psicológico, económico, venganza, etcétera), por otra parte, si se observa a detalle, la serie de tiempo de los homicidios muestra fluctuaciones largas durante el periodo de 1997 a 2017. Si la asociación entre violencia y el número de soldados en las calles fuera directa, se entendería entonces que cuando el nivel de homicidios cae es consecuencia de menos soldados en las calles. Por tanto, las fluctuaciones tendrían explicación, para lo cual es incorrecta esta secuencia de razonamiento.
La teoría económica del crimen tiene origen con Gary Becker en 1968, en donde considera al crimen como una actividad económica y una decisión racional del individuo, como consecuencia de factores tales como la existencia de un grupo desfavorecido, la presencia de la riqueza, la probabilidad y la gravedad de la pena, la facilidad con que se pueden cometer crímenes y las normas que lo rigen. Conjuntamente con esta teoría y elementos de Edward Glaeser (1999) sobre las opciones laborales (trabajar o delinquir) se dice que a consecuencia de las diferencias económicas, los individuos son racionales y eligen una ocupación criminal, si el ingreso es mayor a la que puede ganar en una actividad legal (trabajo). Glaeser, Sacerdote y Scheinkman (1996) muestran que la probabilidad de mayor violencia es alta cuando las personas imitan el comportamiento criminal de los demás; por lo tanto, el comportamiento de imitación fomentado por las redes sociales puede producir grandes diferencias en el crimen a través de los barrios.