Defender la política

Noviembre 2021

Fernando Rodríguez Doval

La Nación

El Presupuesto de Egresos 2022, aprobado por Morena y aliados en la Cámara de Diputados, contiene varias aberraciones de política pública. Por un lado, supone ingresos que no corresponden con la realidad, lo cual se traducirá irremediablemente en más endeudamiento. Por otro lado, le reduce recursos a la salud, la educación y el medio ambiente, y prácticamente olvida a las micro y pequeñas empresas, tan castigadas por la contingencia ocasionada por la pandemia, así como por la ceguera de un gobierno indolente. Castiga presupuestalmente a los órganos constitucionales autónomos –señaladamente al Instituto Nacional Electoral— y al Poder Judicial, para debilitarlos en su función moderadora y de contrapeso al Ejecutivo. Y destina enormes sumas de dinero a proyectos faraónicos que han sido desaconsejados por todos los especialistas, como es el caso de la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya o el aeropuerto de Santa Lucía.

Sin embargo, lo más grave de la reciente discusión presupuestal no es el proyecto que finalmente aprobó la mayoría gobiernista y que no servirá para sacar adelante al país del estancamiento económico y de la pobreza creciente. No, lo más grave es la forma en que los partidos del gobierno enterraron y denostaron la política.

Ni una sola de las casi dos mil reservas que presentó la oposición fue siquiera discutida. Abundaron los insultos y descalificaciones. No hubo la más mínima disposición a acordar un solo tema. Como en los peores tiempos priistas, no le movieron ni una coma a la iniciativa presidencial. Y, en el colmo de lo grotesco, diputados de Morena, PT y Verde tomaron la tribuna para cantarle las mañanitas al presidente López Obrador, quien días después los agasajó y felicitó en Palacio Nacional, legitimando y validando su penoso comportamiento.

La política fue la gran perdedora de estas jornadas infames. Porque la política implica reconocerle dignidad al adversario político y su derecho a pensar diferente a nosotros. La política implica la concertación, el acuerdo, el diálogo, el pacto, la alianza. También implica, por supuesto, el debate, la discusión fuerte, el contraste, la construcción de mayorías que se impongan sobre las minorías, pero sin aplastarlas y pisotearlas, porque la política les debe garantizar la supervivencia. La alternativa a la política, seamos claros, es la guerra.

Desde hace años, Andrés Manuel López Obrador ha envenenado la vida pública de México de múltiples formas. Una de ellas es hacer creer que dialogar es tranzar. Que acordar supone transigir de los propios ideales, traicionarlos. Que pactar con la oposición es algo perverso, grosero y corrupto. Su violencia verbal ha producido exabruptos como decir que sus adversarios están moralmente derrotados.

La visión lópezobradorista, además de profundamente antidemocrática e intolerante, es sumamente patrimonialista. Supone considerar que México está escriturado a su nombre. Desconoce la pluralidad inherente a las modernas sociedades democráticas. Prefiere olvidar que más de la mitad de los ciudadanos votaron por partidos distintos a los suyos en las elecciones federales de junio pasado. Esos millones de mexicanos que no votaron por la coalición obradorista y que son mayoría, fueron silenciados por quienes no entienden que los que hoy están en el poder mañana pueden estar en la oposición, y viceversa.

En plena guerra fría, un joven profesor inglés, Bernard Crick, publicó un texto que tituló En defensa de la política. En él, Crick reivindicaba a la política como un método para tomar decisiones, como una forma de solucionar conflictos, como un compromiso entre las élites y el pueblo en sociedades plurales. Sin desconocer su complejidad y sus riesgos, el profesor londinense veía en la política la única alternativa al “gobierno por la fuerza” propio de los regímenes autoritarios, además de que es la actividad más humana que tenemos: aunque queramos, no podemos prescindir de ella. No en vano, veintisiete siglos antes el gran Aristóteles había definido al ser humano como un “animal político”.

Las enseñanzas de Bernard Crick cobran hoy una relevancia inusitada en México. Hoy es momento de defender la política frente a quienes se creen los dueños de verdades absolutas y pretenden terminar con la pluralidad del país.

 

Fernando Rodríguez Doval es Secretario de Estudios y Análisis Estratégico del CEN del PAN.

Twitter: @ferdoval

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