Día Internacional de la Mujer

Marzo 2023

Julio Faesler Carlisle

La Nación

Naciones Unidas declaró el día ocho de cada mes de marzo como el Día Mundial de la Mujer “para referirse a todas las mujeres como artífices de un ascenso arraigado en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre”. En esa misma fecha, de 1977, se realizó en México la Primera Conferencia Mundial de la Mujer, por cierto, irónicamente presidida por un hombre, a la que asistieron miles de delegaciones internacionales.

Hoy día hay más que sobradas razones para repasar la importancia de esa fecha. Más que otros aspectos es el reclamo dramático de los innumerables ataques, de secuestros, torturas, violencia, agresiones de todo tipo y feminicidios que se han multiplicado desde hace años y especialmente en la actual administración, sin que ninguna de las autoridades haya atendido con instrumentos efectivos el drama que ha significado para cientos de miles de mujeres de todas edades y condición de vida.

En 2022 en México, de acuerdo con el INEGI, 70.1 por ciento de las mujeres mayores de 15 años experimentaron alguna clase de violencia en que predominó la psicológica; 51.6 la sexual; 49.7, la física; 34.7 la económica, o discriminación, 27.4 por ciento.

La violencia contra la mujer es un fenómeno mundial. António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, alza una vez más su llamado a que termine la “inseguridad que a diario cobra las vidas de mujeres en todo el mundo, a razón de que cada 10 minutos es asesinada una mujer o una niña a manos de un familiar o de su pareja. Cada dos minutos muere una mujer durante el embarazo o en parto… Tenemos que invertir esta tendencia alarmante y defender la vida de mujeres y niñas estén donde estén”.

Son tiempos de la degradación de la mujer. Avances en la medicina como la oferta de vientres subrogados, fertilización in vitro, óvulos congelados o cambio de sexo, son ejemplos de una nueva visión en las relaciones hacia las mujeres. Pero hay hechos crecientes que alumbran abusos criminales que vienen a agravar la compleja existencia que pesa sobre la población mexicana que ha alcanzado 120 millones en su mayoría urbana.

Ser mujer en México es una pesadilla tras otra. Víctima de la incuria oficial o del abandono judicial convertido en perversión por las negligencias con que se integran los expedientes, el abandono trocado en perversión, años en prisión preventiva sin sentencia previsible, trata de esclavas y abusos psicológicos. Los parientes de las muertas o desaparecidas no tienen más consuelo que la esperanza y si no se resignan les queda el recurso de emprender campañas, bloqueando carreteras o tomando edificios, y valiéndose de personajes conocidos de los medios para mantener vivos sus reclamos ante un aparato público insensible, machista, inútil y cínico.

El gobierno se ató de manos por su ineptitud y lógicamente está reducido al descrédito al revelarse sus propias ligas a grupos criminales locales o a mafias que compran funcionarios o los amenazan de muerte.

Hay, empero, tenues avances que reportar. Según la Unión Internacional Parlamentaria, las mujeres ocupan el 25.8 de los congresos en el mundo. México se encuentra en el cuarto lugar mundial después de Ruanda, Cuba y Nicaragua. América como región está en primer lugar antes de Europa y Asia.

Pero la acción legislativa no realiza las reformas judiciales requeridas. Siempre pendiente la acción que se traba en inextricables compromisos entre partidos políticos o autoridades. Los partidos que no protegen a la mujer traicionan a la patria.

En el mundo y en nuestro país se anuncian cambios sustantivos en todas las estructuras del saber y del actuar, y es absolutamente necesario que la mujer aporte su visión y experiencia para orientar los pasos que faltan.

Hoy se destaca la mujer en la política, la ciencia, la medicina, la abogacía, la tecnología, la economía y los negocios, no hay profesión en la que no destaque el talento femenino. Quedó atrás la época, no muy lejana, en que se despreciaba la vocación de la estudiante y, por cualquier pretexto baladí, no se le facilitaba proseguir con formalidad su vocación.

Pero la actividad productiva no es solamente la de las remuneradas, ni las que premian el triunfo sobre el vencido. La presencia de la mujer no sólo aporta su valor en las actividades externas. La acción de la mujer dedicada a la formación de conciencias y principios, la forja de valores y su transmisión es consustancial e indispensable al progreso humano. El paso de generación en generación de los valores culturales y éticos no debe dejarse a puestos remunerados ni oficiales ni a las empresas que tienen el lucro por objetivo.

La coyuntura actual es premonitoria de una intensa época de reconstrucción que comenzará a partir de 2024. Para asegurar su éxito, el PAN continuará su abundante historial de lucha por la vida y dignidad de la mujer, para que realice su indispensable papel en el cabal desarrollo de México.

 

Julio Faesler Carlisle es integrante del Consejo de Plumas Azules.

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