“Éxodo: Dioses y Reyes” o la superficial historia de Moisés
Diciembre 2014
Maricarmen Rizo
Mabel Salinas. Tenía tiempo que el género bíblico había desaparecido de la pantalla, pero en 2014 revivió con dos grandes producciones: “Noé” (“Noah”), de Darren Aronofsky, nueva versión de la Vieja Alianza mucho más oscura y que presenta al Dios del Antiguo Testamento duro e inmisericorde, pero que también se toma libertades creativas que chocan con la tradición católica. Para cerrar el año, llega el turno de la historia de Moisés con Ridley Scott (Blade Runner) en la dirección; Christian Bale (Batman, el Caballero de la Noche) como el hebreo criado como príncipe de Egipto, y Joel Edgerton (Peleador) en el papel del envidioso y tiránico Ramsés en “Éxodo: Dioses y Reyes” (Exodus: Gods and Kings). Previamente se realizaron dos grandes producciones sobre este apartado de las Escrituras, ambas por parte de Cecil B. DeMille. La primera data de 1923, es en blanco y negro, y es la primera cinta de una trilogía bíblica que completan “El Rey de Reyes” (King of Kings) y “El Signo de la Cruz” (The Sign of the Cross). La segunda y más famosa es “Los 10 Mandamientos” (The 10 Commandments), de 1956. Última película de DeMille, cuenta con Charlton Heston en el rol del líder del pueblo judío. El proyecto de Ridley Scott conserva el toque épico de aquellos filmes y aprovecha todo lo que una gran producción ofrece: numerosos extras, escenarios vastos, vestuarios ostentosos, armamento y constantes movimientos de cámara que entretejen trepidantes escenas de acción, así como un presupuesto que permite contratar a actores estrella, pues Sigourney Weaver –constante de Scott– también está en el elenco. Sin embargo, el problema del filme, que se estrenó el 4 de diciembre, recae en la dirección y el guión. En conjunto consiguen una historia anecdótica que pese a sus casi tres horas de duración no toma las pausas necesarias para que las escenas concluyan, una no termina cuando ya comenzó la siguiente –don que en cambio sí posee Peter Jackson y ha demostrado con “El Señor de los Anillos” y “El Hobbit”. Además, los hechos ocurren demasiado rápido sin que den pauta sobre el paso del tiempo. Tanto abuso de la elipsis cinematográfica, es decir, de saltos en el tiempo y el espacio, afectan el desarrollo del argumento e impiden que se profundice como se debe en los personajes. Si ello ocurre con los protagonistas, quienes resultan más afectados son los secundarios. Las apariciones de Sir Ben Kingsley (Gandhi) y Aaron Paul (Breaking Bad), como dos judíos cansados de la opresión y de gran fe, son contadas e intrascendentes, no tienen el menor peso ni una verdadera influencia sobre Moisés. “Éxodo: Dioses y Reyes” visualmente es fantástica y lleva al género bíblico aún más lejos, las siete plagas lucen imponentes e incluso el maquillaje de Bale cuando se convierte en un anciano Moisés es de las mejores caracterizaciones del cine en los últimos años. Sin embargo, cuando es joven su apariencia nunca embona con el tiempo y lugar en que ocurre la cinta. Parece el Christian Bale de hoy en día mientras convive con un grupo de personas de tiempos anteriores a Cristo. Sólo con sutiles cambios a la tradición –aquí es Moisés quien escribe las Tablas de la Ley bajo las instrucciones de Dios, encarnado en un niño, y tampoco vemos al mar partirse en dos, sino la explicación científica de que la corriente cambia de rumbo-, la película narra cómo un niño judío es enviado en una canasta a través de un río para resguardar su vida. Llega al palacio del faraón y es criado como príncipe. Pero cuando crece se convierte en el libertador de 600 mil esclavos y en el principal rival de su “hermano” Ramsés. Es otro de los elegidos de Dios que debe cumplir su parte en la historia de la humanidad. Lamentablemente, es narrada de forma superficial.