Importancia de las redes de apoyo en la participación política de las mujeres
Junio 2023
Alejandra Rodríguez Márquez
En días pasados, la Coordinadora de Regidores de nuestro Partido en Baja California, Brenda Valenzuela Tortoledo, tuvo que afrontar hechos derivados de una denuncia que presentó en contra del alcalde de Ensenada por violencia política en razón de género. Entre los comentarios que la edil ensenadense compartió en una reunión con Mujeres del estado, hubo uno que llamó mi atención: “no tenía cabeza para pensar en todo…”. Dicho comentario me puso a reflexionar en la autoexigencia desmesurada que la mayoría de las Mujeres que participamos en política hemos vivido y con la que indudablemente he convivido los últimos 11 años; esa Mujer que en ocasiones se siente una impostora que me acompaña, que habita en mi oficina, cada vez que atiendo una rueda de prensa y me recuerda a diario que tengo que demostrar mis capacidades mucho más que el resto para merecer confianza.
Somos muchas las mujeres que accedemos a espacios bajo las reglas que en su mayoría han definido la política como un espacio o actividad sólo de hombres. El medio sigue siendo muy exigente para nosotras y en ocasiones ignora algunas realidades que afectan en su mayoría a las mujeres: la mínima tolerancia que existe ante nuestros desaciertos y errores; la expectativa inalcanzable de tener siempre la respuesta correcta; las etiquetas, el gaslighting, la agotadora exposición pública y micromachismos que nos impactan, los cuales son precisamente un factor en su mayoría determinante en la decisión de muchas mujeres de abandonar la política o los espacios de poder.
La política sólo puede sobrellevarse con redes de apoyo sólidas, con cuidados, abordando las distintas situaciones que las mujeres nos encontramos en nuestro paso y teniendo una red para comentarlas y hacer frente. La política institucional y los partidos políticos no están -en su mayoría- diseñados para ello, sin embargo, a través de lucha, resistencia, sororidad y mucha inteligencia emocional es como se logra el equilibrio.
Las mujeres hemos entrado de manera masiva en el ámbito de la política y eso ha sido una gran revolución, un gran avance. Estamos cambiándolo todo. Para las generaciones de mujeres más jóvenes, la presencia de mujeres en las boletas electorales es una realidad indiscutible, pero lo cierto es que es un hecho sumamente relevante y que es relativamente muy reciente. Es algo que ha impactado en diferentes esferas de la sociedad, del mundo y de la política, como un signo del poder. Además, en los últimos años, a raíz de la participación de las mujeres y de la paridad como ley y realidad en nuestro sistema político actual, se ha seguido apostando por leyes, agendas y temas que contribuyen a mejorar la calidad de vida de éstas y a continuar fomentando y promoviendo su participación política, apostando en muchas ocasiones a una agenda legislativa con perspectiva de género, en donde empiezan a visibilizarse y atenderse las diferentes desventajas de las que las Mujeres hemos sido objeto históricamente.
Esto es un gran avance. Sin embargo, algo que poco ha cambiado es la forma de hacer política, pues sigue usándose, la mayoría de las veces, el discurso más esencial, el más básico y sencillo para referirse a nuestra capacidad de liderar, adjudicándonos adjetivos que en ocasiones pueden sonar débiles haciendo mención de los valores tradicionales de la feminidad, como si sólo esto fuera lo que nos hace capaces y catalogándonos en un lugar muy específico de lo que se espera de nosotras o de cualquier mujer que llega al poder, a veces casi de manera inflexible, resultando muy favorable para perpetrar roles y estereotipos de género.
No negamos ni renegamos de nuestra capacidad de ser, por naturaleza y por añadidura la mayoría de las veces, cuidadoras, amorosas, sensibles, empáticas y colaboradoras, pero en política se pretende que sigamos siendo así y actuando de esta manera mientras se sostiene una violencia en nuestro ámbito; pareciera que debiéramos ser las incansables cooperadoras, aunque esto nos obligue muchas veces a convivir de manera rutinaria con nuestros agresores, conjugándose con el nivel de exigencia que mencionaba al principio; situaciones que contribuyen de forma indirecta a perpetrar la violencia política, esperando que las mujeres alcemos la voz antes las injusticias y sonriamos amablemente en una sesión de cabildo donde se nos violenta.
Si entendemos que las mujeres en la política tenemos también capacidades y posibilidades, de alzar la voz cuando se nos violenta, de exigir e informarnos, de denunciar, también deberíamos hablar de la importancia de estas redes de apoyo y busquemos visibilizar su importancia para cuando tengamos que ser valientes nos permitamos hacerlo, pero también cuando queramos tener miedo o mostremos debilidad. Viendo estas redes como una herramienta que facilite nuestra continuidad y nuestra permanencia en la política.
Alejandra Rodríguez Márquez es Secretaria de Promoción Política de la Mujer del PAN en Baja California.
Twitter: @soy_alejandrarm;
Instagram: @soy.alejandrarm;