La manzana está por caer
Mayo 2024
Fernando RodrÃguez Doval
El de la Ciudad de México fue el primer comité regional que tuvo el Partido Acción Nacional, tras su fundación en 1939, como consecuencia lógica de ser la capital del país. Fue el entonces Distrito Federal el principal vivero de votos panistas durante las décadas duras del autoritarismo mexicano posrevolucionario. En las épocas del carro completo, el PAN capitalino ya obtenía porcentajes cercanos al 30 por ciento de la votación, una proeza para la época.
En 1997 se eligió por primera vez al Jefe de Gobierno del Distrito Federal, después de arduas luchas para conseguir la democratización de la capital del país. Acción Nacional mandó como candidato a uno de sus más sobresalientes cuadros, Carlos Castillo Peraza. Su campaña fue exitosa, no por el triunfo electoral que no llegó, sino por las vocaciones políticas que ahí se despertaron.
A partir de ese año, la capital del país ha estado gobernada por la izquierda más retrógrada del país. Una izquierda que ha hecho del populismo su esencia y su existencia. Desde la Ciudad de México se instaló un modelo de clientelismo político, de manipulación electoral, de corrupción institucionalizada. Los resultados están a la vista: la entidad con más desempleo, un Metro abandonado, delincuencia que no ha cesado, subdesarrollo político (aún se recuerdan casos grotescos, como el de Juanito y Brugada en Iztapalapa en 2009), aunado a tragedias enteramente evitables como la de la Línea 12 o la catástrofe en vidas humanas que causó la pandemia de COVID-19.
Frente a esa izquierda populista, retrógrada e intolerante, Acción Nacional siempre estuvo en frente. Desde la Asamblea Legislativa primero, y el Congreso local después, los legisladores panistas fiscalizaron, señalaron, propusieron, debatieron y hasta dieron lecciones de Derecho y de Oratoria. Las bancadas azules en Donceles se distinguieron por su férrea oposición al modelo obradorista que utilizaba a la Ciudad de México como centro de operaciones para todo el país.
En paralelo, los espacios gubernamentales que Acción Nacional conquistaba en la Ciudad de México eran una muestra de que se podían hacer las cosas de forma distinta y mejor. Las delegaciones, hoy alcaldías, gobernadas por el PAN fueron ejemplo de modernización administrativa, transparencia, atención ciudadana, eficacia burocrática. No es casualidad, por ejemplo, que el PAN lleve más de dos décadas refrendando la confianza ciudadana en la Benito Juárez, por más que el obradorismo difunda bulos y mentiras ante la impotencia de tener una mínima presencia política en el mejor lugar para vivir de la ciudad y probablemente del país.
Hoy, el esfuerzo de décadas de cientos de panistas chilangos está a punto de llegar a la tierra prometida. Ganar la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México el próximo 2 de junio no solamente es posible: además es altamente probable. La campaña de Santiago Taboada ha convocado a amplios sectores de la población para mostrarles que otro modelo de desarrollo urbano es posible, es necesario y es viable. Que ya es tiempo de sustituir el populismo por el auténtico humanismo, y las políticas clientelares por aquellas que coloquen en el centro a la persona y a sus necesidades más elementales.
Su triunfo será la coronación del trabajo de todos los que lo han antecedido. A Taboada le ha tocado el honor y la responsabilidad de llevar hasta el último mechero una antorcha que pasó por miles de manos previamente y que mantuvo vivo el fuego de la esperanza.
El cambio viene en la Ciudad de México. Y será para mejor. Y será también una recompensa para los miles de panistas que desde 1939 han luchado ayer en el Distrito Federal y hoy en la CDMX para construir, a nivel local, esa patria ordenada y generosa que vislumbraron los fundadores. La manzana está por caer.
Fernando Rodríguez Doval es Secretario de Estudios y Análisis Estratégico del CEN del PAN.
X: @ferdoval