La política económica de la irresponsabilidad
Septiembre 2023
Fernando Rodríguez Doval
Tal y como establece nuestra legalidad, fue presentado el pasado 8 de septiembre la propuesta de Paquete Económico 2024. Este paquete contiene los criterios generales de política económica, la iniciativa de Ley de Ingresos y el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación.
Son muchas las reflexiones que se pueden hacer sobre el paquete económico del último año del presidente Andrés Manuel López Obrador. Pero, sin duda, es la irresponsabilidad la nota que marca su visión en materia fiscal y presupuestaria.
Por un lado, el gobierno de López Obrador aumenta desmedidamente el déficit público de 3.3 del PIB a 4.9 por ciento, alcanzando niveles no vistos en los últimos 35 años. Ya serán otros los que lo tengan que pagar, ha de pensar el inquilino de Palacio Nacional. En la administración de las finanzas públicas no hay grandes secretos: el mayor déficit sólo se puede financiar con más endeudamiento, con más impuestos o pidiéndole al Banco de México que eche a andar la máquina de fabricar dinero. Todo eso genera mayor inflación, justo cuando vamos saliendo de las tasas inflacionarias más altas en los últimos 22 años.
Este déficit tiene una razón muy clara: 2024 es un año electoral. Y AMLO está decidido a hacer todo lo necesario para no perder esa elección: denostar a la futura candidata opositora, intervenir abiertamente en favor de su candidata, cuestionar a la autoridad electoral, desobedecer la ley… y también manipular las variables macroeconómicas. Es evidente que el presidente pretende implementar una masiva clientelarización social para llevar votos hacia Morena: el presupuesto de la Secretaría del Bienestar ha aumentado considerablemente, y el 85 por ciento de ese presupuesto lo representa la Pensión para los Adultos Mayores.
Nadie en su sano juicio se opone a que en un país con las tasas de pobreza y desigualdad que hay en México puedan existir programas destinados a mitigar esos males endémicos de nuestra estructura social. El problema es que la visión de esta administración no tiene nada que ver con el aumento de las capacidades de las personas, con la garantía de oportunidades, con la liberación de quien puede salir adelante de una condición de desventaja, sino que está enfocada en la compra más burda y descarada de la voluntad popular.
La presión sobre las finanzas públicas se manifiesta también en esa bomba de tiempo que son las pensiones. El 22 por ciento del gasto neto del gobierno se irá hacia allá. Tenemos una pirámide poblacional que se ha transformado profundamente, con mayor esperanza de vida y con menos tasas de nacimiento, por lo que en el mediano plazo será imposible poder cubrir las jubilaciones de las personas que lleguen a los 65 años y, venturosamente, vivan varios años más. Nuevamente, este gobierno es irresponsable por no comenzar a prever ese calamitoso escenario.
El presupuesto para infraestructura está dirigido hacia las obras faraónicas de este sexenio: el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Dos obras poco rentables que pronto se convertirán, junto al AIFA, en los elefantes blancos de AMLO. En cambio, no se aumenta la inversión productiva ni se proponen aquellas obras de infraestructura indispensables para que el nearshoring no se convierta en una oportunidad desaprovechada.
Además del déficit, estas ocurrencias se financiarán con una mayor presión fiscal sobre los que sí pagan impuestos.
Así las cosas, el próximo gobierno tendrá que sacar adelante una ambiciosa reforma fiscal que aumente los ingresos del Estado y recorte sus gastos. La política económica de la actual administración es inviable y nada sustentable en el tiempo. Genera prosperidad aparente, pero a cambio de hipotecar a las generaciones futuras. Ese será otro de los tristes legados de López Obrador.
Fernando Rodríguez Doval es Secretario de Estudios y Análisis Estratégico del CEN del PAN.