Meméxico lindo y…
Agosto 2022
Sergio Rodríguez Colín
La iniciativa de Reforma Electoral que presentó el presidente López Obrador en abril tiene, de acuerdo con el tabasqueño, el propósito fundamental de “abaratar el aparato democrático del país”. Sin embargo, la realidad es otra, pues esta reforma constitucional lo que en realidad pretende es la desaparición de las instituciones que se encargan de organizar y procurar la justicia electoral.
Luego de la gran farsa que resultó la elección del Congreso Nacional de Morena, en donde hubo violencia, quema de urnas, acarreos y compra de votos, es necesario poner los acentos en la propuesta enviada por el jefe del Ejecutivo, la cual, como muchas otras iniciativas, pretende atentar contra la democracia lograda en nuestro país.
La primera gran mentira del tabasqueño radica en el “supuesto” ahorro que traería la reducción del número de legisladores plurinominales en la Cámara de Diputados, al pretender reducir de 500 a 300 las curules en San Lázaro, mientras que en el Senado de la República busca su eliminación y pasar de 128 a solamente 96 curules.
La verdadera pretensión del presidente es desaparecer las mayorías relativas, no los plurinominales, es decir, que únicamente sean las cúpulas de los partidos políticos los que decidan cuál es la lista por la cual estará votando cada ciudadano.
Con esta decisión, las cúpulas de los partidos políticos serían los que decidirían cuál es la lista por la cual estará votando cada ciudadano, quitándole la posibilidad a las y los mexicanos de conocer y analizar cuáles son las candidatas y candidatos que de verdad quieren que lleguen al Congreso de la Unión.
En cuanto a las autoridades electorales, la reforma presidencial propone la desaparición del Instituto Nacional Electoral y de sus símiles en los estados, así como de los tribunales electorales. En cambio, plantea la creación del Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, que estará integrado por siete consejeros electorales que serán electos mediante voto directo.
Otro engaño más, pues luego de la realización de las votaciones internas morenistas, lo que perdura en el ambiente es el regreso a las viejas mañas de la inducción de los votos mediante listas preestablecidas por la cúpula de Morena en la elección de los consejeros, así como por sus liderazgos locales y nacionales en el caso de la lista de aspirantes a diputados federales.