Meméxico lindo y…

Noviembre 2024

Sergio Rodríguez Colín

La Nación

Rosario Piedra Ibarra ha sido la peor y lo repito la peor presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) desde su fundación en el año de 1990. Su gestión, iniciada el 16 de noviembre de 2019 y que concluye el próximo 16 de noviembre de 2024, ha estado marcada tanto por su servilismo al ex presidente López Obrador como por la nula defensa de activistas y periodistas.

Ha sido tan mala su presencia al frente de la CNDH que un integrante del Comité Eureka, organización de familiares de desaparecidos fundada en los años 70´s por su madre, Rosario Ibarra de Piedra, señaló en entrevista radiofónica que “el valor histórico de esta organización no se hereda y que es inaceptable que sea impuesta al frente de la Comisión una persona que es incapaz de dirigir la CNDH con independencia del Estado, perpetrador de graves violaciones a los derechos humanos”.

Y para conceptualizar su gestión van sólo algunos botones de muestra de su incapacidad, misma que la llevó a ser la peor evaluada de las aspirantes para elegir a la nueva titular de la CNDH: denuncias y acosos a las feministas (caso “Okupa Cuba”); criminalización contra madre de una víctima de feminicidio (caso de Flora Marcelo); ocultar informes sobre violaciones de derechos humanos a migrantes, y contratación y designaciones de personal sin experiencia en la defensa de los derechos humanos, entre muchos otros.

A lo anterior se suma el hecho de que 12 integrantes de Morena, de un total de 13, que pertenecen a la Comisión de Justicia del Senado de la República negaron la postulación de Piedra Ibarra, es decir, ni los propios morenistas querían su reelección por su mal desempeño.

Pese a todo lo antes mencionado, la mayoría oficialista y totalitaria urdió la estrategia del “ratón loco” o “embarazo de urnas” mediante su coordinador en la Cámara alta, Adán Augusto López Hernández, quien en contra de todo lo que promueve su partido Morena presionó a sus senadores para votar por Ibarra Piedra.

Lo sucedido en la madrugada del miércoles 13 de noviembre es una muestra más del autoritarismo con el que se manejan los grupos parlamentarios oficialistas en el Congreso de la Unión, ya que los legisladores morenistas fueron obligados a mostrar su voto para garantizar el triunfo de la aspirante peor evaluada.

¿Cuál es el propósito de esta decisión?, ¿a quién busca proteger el Estado? Sólo nos queda señalar que hoy la única derrotada en esta lucha fue la presidenta Claudia Sheinbaum y el victorioso el Ejército Mexicano… es pregunta.