Mística de la formación panista

Abril 2023

Javier Brown César

La Nación

De todas las actividades humanas la formación es una de las más nobles y elevadas. El término formar nos remonta a orígenes antiguos, a la teoría de las causas en Aristóteles. Formar es dar forma, lo que en la terminología aristotélica implica llevar a algo o alguien a su perfección. La causa formal implica actualidad y perfeccionamiento, mientras que la causa material implica potencialidad e imperfección.

Formar entonces, en su acepción metafísica, consiste en cierta actividad orientada a la suprema perfección. La mística de quien forma inicia con la escucha de un llamado, con el sentimiento de una vocación que hay que realizar, con dedicación y entrega totales. En el fondo, ninguna actividad formativa puede realizarse sin la mecánica del desprendimiento y del desasimiento. Quien forma renuncia a algo de sí, a su tiempo, al tesoro de su memoria, a la transmisión desinteresada de sus habilidades y conocimientos e incluso a sí mismo.

Desde la Atenas clásica encontramos la contraposición entre los maestros de sabiduría, cuyo afán principal era la adquisición de riquezas, y quienes que de forma libre transmitían saberes y provocaban cambios. A los sofistas, auténticos mercenarios de la educación, Sócrates contraponía la esencia de su enseñanza libre, abierta, gratuita, desinteresada.

Platón recoge este insigne legado y lo eleva a mito con la alegoría de la Caverna, cuya imagen principal es la de aquella persona cautiva que se atreve a voltear la cabeza para gradualmente ascender hacia la luz del mundo real. Este cambio de actitud, que se expresa en la idea de voltear la cabeza, es el logro último y superior de los procesos de enseñanza-aprendizaje: las personas que ingresan a un curso y las que salen deben ser diferentes, aun siendo las mismas, porque algo o alguien produjo un cambio interno definitivo.

Toda actividad de formación debe abrir mundos, atisbar nuevos horizontes, producir saberes significativos y relevantes para la vida. Quien forma tiene ante sí una enorme responsabilidad. Es, a decir de la atinada metáfora de Arturo Ramírez Concilión, el rostro del amor del PAN. Su función es de la mayor relevancia, al revelar a quienes llegan los afanes, ímpetus y motivos de la organización política de oposición de mayor raigambre histórica. De su enseñanza depende la abierta aceptación o el rechazo constante al Partido y sus causas.

Formadoras y formadores son herederas y herederos de una rica tradición, que comenzó incluso antes de la fundación en 1939, con conferencias que buscaban despertar la conciencia ciudadana, mover almas, alimentar a las personas con motivos espirituales que no deben faltar. Todas estas metáforas formativas, apuntan a lo elevado que es para el PAN, la función formativa.

En Acción Nacional no se forma para llenar auditorios, ni para justificar el uso de recursos públicos y menos aún para cumplir con trámites. Se trata de una actividad esencial para el Partido, sin la cual éste languidece y se extingue. Todo comienza con el respeto a quienes asisten a los cursos, quienes son el fin superior de la actividad formativa. A ellas y ellos se les deben trasmitir conocimientos valiosos, heredar herramientas útiles y dejar la huella de una forma de ser que caracteriza a la cultura panista.

Desde tiempos ancestrales, la formación implica una actividad subsidiaria. Entre docentes y alumnado existe una relación desigual: los primeros tienen algo que los segundos necesitan e incluso añoran. Esta relación es el eje de la actividad formativa. Mediante la subsidiariedad, se promueven capacidades, se amplían libertades, se abren horizontes cognitivos y se vislumbran nuevas realidades.

Las exigencias hacia las y los formadores son máximas, y en ocasiones, los resultados son modestos, mínimos. Formar conlleva renuncias múltiples, desprendimientos frecuentes y donación sin límites. La auténtica formación destierra por igual a sátrapas y mercenarios; a quienes sólo gestionan recursos con beneficios específicos y a quienes cobran lo que quieren por enseñar lo que quieren.

Los estudios sobre escuelas efectivas nos han enseñado que en el eje del éxito educativo se encuentra la relación docentes y alumnado; los primeros deben tener un corazón siempre cálido, imperado por una cabeza fría, en una mezcla virtuosa de cordialidad y disciplina; los segundos deben sentir que la enseñanza está cambiando realmente sus vidas.

La formación panista se basa en un paradigma pedagógico humanista, que postula que las personas construyen de forma colectiva aprendizajes significativos, de forma no trivial ni mecánica. El aula es un lugar de encuentro y no simplemente un espacio físico. Gracias a la dinámica del encuentro, las personas descubren algo que sin facilitadores y docentes les sería imposible descubrir. La formación humanista, además de incluyente, abre ojos y mentes al análisis serio de la realidad política y prepara a la mente y el intelecto para buscar, de forma colectiva, respuestas sensatas y serias a problemas públicos urgentes.

La formación panista abraza la técnica y la innovación, pero no como fines, sino como medios. La técnica didáctica está al servicio del diseño de contenidos que, basados en diagnósticos de necesidades de capacitación, buscan ser relevantes, oportunos y significativos. La innovación nos permite incursionar en territorios nuevos, con la conciencia plena de que son alternativas viables, pero no la llave mágica que resuelve todos los problemas.

El aprendizaje es un evento extremadamente improbable. En el PAN, lograr este alto ideal ha significado el reto de contar con un ejército de formadoras y formadores, cuya mística es eje de las grandes realizaciones y cuyo sacrificio ha forjado a generaciones tras generaciones. Las y los formadores tienen ante sí una inmensa responsabilidad: de ellas y de ellos depende la calidad de los contenidos, la pertinencia de las dinámicas, la fuerza de las herramientas utilizadas y, en última instancia, el cambio definitivo de actitud para hacer que las personas que quieren incursionar en política lo hagan con base en fines elevados y nobles, asumiendo plenamente un legado y una cultura.

 

Twitter: @JavierBrownC

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