Ochenta y dos años de oposición

Noviembre 2021

María Elena Álvarez de Vicencio

La Nación

Ocho décadas parece mucho tiempo, sin embargo, quienes conocieron o participaron en la política de aquellos tiempos y la comparan con la actual, observan que los cambios son radicales y que han ido logrando que la democracia se fortalezca y que la oposición actúe racionalmente y respetando las normas establecidas para el desarrollo de los procesos electorales.

Pasada la Revolución, los interesados en la política pretendieron continuar con las mismas formas acostumbradas, pero afortunadamente hubo líderes que superaron las ambiciones personales y la política empezó a funcionar en formas democráticas, a pesar de que muchos post revolucionarios pretendían continuar con las formas del pasado.

Terminado el gobierno de Lázaro Cárdenas se formalizaron las elecciones y el sistema democrático se consolidó. No siempre fueron electos los mejores candidatos, pero se terminó con el asalto al poder y se fue imponiendo la democracia.

No fue fácil la aceptación de la democracia, la retórica revolucionaria como fuente de legitimidad, quería seguir imperando, algunos líderes afirmaban que lo obtenido por las armas no lo cederían por un insípido método electoral; otros líderes relevantes de la izquierda soñaban con otra revolución que según ellos despuntaba en el porvenir.

El pluralismo que en 1977 se empezó a establecer en la Cámara de Diputados desterró la noción del partido hegemónico y en 1996 se dispuso de dos palancas poderosas: dinero público suficiente para los partidos y acceso a los medios de comunicación de manera equilibrada. Estas condiciones tan favorables pueden ser erosionadas –no destruidas- por conductas ilícitas. El desvío o mal uso de los recursos humanos, materiales y financieros asignados a los partidos constituye un delito que será sancionado por las procuradurías, por la FEPADE o por el INE.

Los procesos electorales tienen marcos normativos que, si se cumplen cabalmente, pueden dar como resultado procesos electorales confiables. Actualmente, la mayor dificultad en una elección es la elección o designación de las y los candidatos.

Anteriormente era difícil la aceptación de las candidaturas entre la militancia, esta realidad ha cambiado hoy día. El problema no es encontrar a quienes quieran ser candidatos sino el escoger a los mejores o a las mejores. Las candidaturas son deseadas por los beneficios económicos y especialmente por las oportunidades de obtener logros, ya sea económicos o como escalones para llegar a otros cargos.

El Partido tiene la responsabilidad de lograr que las candidaturas que se proponen reúnan todos los requisitos para que los funcionarios públicos panistas sean una garantía de capacidad y de intachable honestidad.

El comportamiento inadecuado o deshonesto de los malos funcionaros panistas es el desprestigio del Partido y la desconfianza que se generaliza en la ciudadanía. Los presidentes del Partido, en todos sus niveles, habrán de ser muy cuidadosos en la elección de las candidaturas para los cargos públicos.

También habrán de estar pendientes del comportamiento de los funcionarios emanados del PAN, darles el apoyo que sea conveniente para el mejor desempeño de su cargo.

Sería muy útil que el Partido organice para sus miembros cursos de capacitación, para que conozcan la realidad de su comunidad y puedan apoyar las iniciativas de su gobernante a fin de que tengan éxito en sus acciones de gobierno.

No olvidemos que el PAN ES LA ESPERANZA DE MEXICO y que los gobernantes emanados de él son el reflejo de lo que es el Partido y de lo que ha sido en sus 82 años de vida.

 

La nación