Paridad y pandemia
Febrero 2022
Annia Sarahí Gómez Cárdenas
El año 2020 marcó un antes y un después en la historia contemporánea de la humanidad. La pandemia ocasionada por el COVID-19 llegó no sólo a quitar millones de vidas en todo el mundo -un hecho muy doloroso que nos dejará marcados para siempre- sino también a romper paradigmas, a abrir brechas, a generar descubrimientos y avances para los seres humanos, y también a visibilizar lo que quizás se intentaba siguiera en la sombra: su impacto en mujeres y niñas.
El impacto de la pandemia por el COVID-19 en las mujeres no es cosa menor, pues fue en ese tiempo cuando mayormente se visibilizó la violencia psicológica, física y sexual a la que están expuestas mujeres y niñas en todo el mundo. Salió a la luz lo complicado que se vuelve para el avance de las mujeres y sus familias el que ellas lleven mayormente la carga del trabajo de cuidado no remunerado, en un 76.2 por ciento, según el Observatorio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Más del triple que los hombres. Asimismo, fueron las mujeres las más vulnerables al situarse en la primera línea de exposición al virus por ser el 70 por ciento de la fuerza de trabajo en los sistemas de salud, aumentando con esto su riesgo y estableciendo su doble rol de cuidado social y cuidado privado dentro de los hogares.
A lo anterior hay que agregar la carga que hay sobre las mujeres al ser quienes menor acceso tienen a la tecnología y el internet, y por ende a los espacios educativos que se pudieron generar -no en todos los sectores- durante y después de la pandemia.
Según el Global Fund For Women, las mujeres tienen un 21 por ciento menos de probabilidad de tener un teléfono móvil que les permita acceder a educación, seguridad, sistemas de protección y transferencias bancarias.
Todo lo anterior tampoco fue impedimento para que, una vez más, las mujeres nos organizáramos, encontráramos vías y sistemas de apoyo entre quienes nos rodean. Para generar grupos de emprendimiento y encontrar soluciones a lo que en ese momento enfrentábamos junto con nuestras familias. Aunque no nos detuvimos para visibilizar y alzar la voz ante lo que estábamos viviendo, el 2020 también vino a darnos una sacudida a quienes hacemos política y buscamos el bien común, pero sobre todo a quienes estamos convencidas -y convencidos- de que entre mayor sea la participación de las mujeres en política, mayor y mejores serán los avances para las familias mexicanas.
Y es aquí -como en todas las ocasiones que se habla de la participación de las mujeres en política- donde cabe la reflexión. ¿Para qué? Y aunque es una reflexión que sin duda se ha hecho muchas veces, vale la pena entender que a partir del 2020 el mundo cambió y con él tendríamos que cambiar formas de pensar y de hacer política o por lo menos intentar buscar nuevas alternativas y comprender que la participación de nosotras en la toma de decisiones se vuelve aún más relevante.
Ya ganamos algo, la paridad, hoy ya no existe forma de que una mujer que desee participar en política no pueda hacerlo, claro que sí, aún hay resistencia a ello, pues para eso están los mecanismos judiciales que amparan el legítimo derecho de las mexicanas a estar en la arena política.
Pero ahora que ya tenemos todo eso, viene una gran responsabilidad. Sí, una responsabilidad que no tienen que demostrar los varones, pero que nosotras decidimos asumir porque ganar espacios también significa demostrar para qué. La paridad debe traducirse en cuidar, generar, replicar y construir para México.
Cuidar las instituciones y con ellas viene la familia, entender que el principal núcleo social no debe quedar excluido de las decisiones que se tomen en la arena pública, porque de ahí emanan los hombres y las mujeres que habrán de formar una mejor sociedad, y por ello debemos legislar y crear políticas públicas con perspectiva de familia.
Generar empatía, entender que cuando estamos en la toma de decisiones corremos el riesgo de alejarnos de la realidad y esa realidad es a la que debemos atender, pensar en nosotras es pensar en todas las mexicanas, pienso ahora mismo en cada una de las mujeres que militan en nuestro Partido y las razones por las que llegaron a éste. Si un día sí y al otro también nos ponemos en sus zapatos, estoy segura que podremos encontrar soluciones a muchos de los problemas que tenemos que resolver por convicción las que estamos ya en el poder.
Replicar el mensaje: las mujeres no conquistamos espacios para nosotras mismas, lo hacemos porque nos importa que en nuestro país y en el mundo, y sobre todo después de un hecho histórico como una pandemia, podamos tener acceso a la salud, pero uno de verdad, tengamos acceso a la educación para que ello nos permita tener un empoderamiento económico y entonces sea menos complicado defendernos ante los embates de la violencia y la discriminación. Para eso queremos los espacios, porque en la medida en que las mujeres y las niñas tengan crecimiento en todos los ámbitos, habrá mayor desarrollo en la sociedad. Para todos.
Construir las leyes, las políticas públicas y los mecanismos necesarios para que ahora, después del COVID-19, podamos combatir verdaderamente, y sin temor, la violencia feminicida y de cualquier tipo. Construir para que ahora mujeres y niñas tengamos un verdadero acceso a la tecnología, a los espacios educativos, a cerrar la brecha salarial. Construir avances en materia de teletrabajo, de mayor capacitación, políticas de protección para el trabajo informal. Poner a las mujeres al centro de la toma de decisiones y volverlas protagonistas de las políticas de reactivación económica y de protección social.
Antes de la pandemia luchamos por la paridad, dos años después tenemos la gran responsabilidad de convertirla en una herramienta que genere soluciones y respuestas para el avance del desarrollo y protección de mujeres y niñas. Paridad y pandemia llegaron para sacudirnos, para recordarnos por qué iniciamos, pero también para darnos la oportunidad de demostrar que somos capaces de generar las herramientas necesarias para alcanzar el pleno desarrollo de todas las mexicanas.
Annia Sarahí Gómez Cárdenas es Diputada Federal por Nuevo León.