La clase de griego, Han Kang
Noviembre 2024
Julio Castillo López
Me acerqué a la autora y al texto a partir de conocer que había ganado el Premio Nobel de Literatura del presente año y aunque no suelo hablar de literatura en este espacio, el premio es un buen pretexto para salir unos instantes de la política y lo político. No he leído las otras obras de la autora y aunque tiene varias posteriores, las traducciones son relativamente nuevas y obviamente, por la malformación profesional de ser filósofo, elegí La clase de griego para empezar.
Desde las primeras palabras atrapó mi atención. Hablaba de Borges, de Platón, de Alemania, de Seúl, de la pérdida del habla y de la vista. Además, para quienes conocen la lengua madre de la filosofía, resulta bastante interesante que intercale palabras en griego al inicio de varios pasajes.
Es una novela introspectiva que, con prosa sumamente poética, se sumerge en un viaje hacia el autoconocimiento y la sanación emocional. Además, a quienes estamos más acostumbrados a autores occidentales, nos ilustra la forma en que desde oriente se entiende la cultura occidental y como, a partir de un libro traducido, se pueden encontrar vínculos con un pasado, una búsqueda o nuestra propia identidad.
Kang, según la crítica, es conocida por su habilidad para explorar la vulnerabilidad y la intensidad emocional de sus personajes, y la lectura de su novela me deja claro que es cierto y que en su manera de plasmar el sufrimiento profundiza en los conceptos del lenguaje (griego) como una forma de reconstruirse, reencontrarse y renacer.
La historia sigue a Yun, una mujer atrapada en su propio dolor físico y emocional, quien decide inscribirse en un curso de griego antiguo. Este idioma, aparentemente distante y ajeno a su vida, se convierte en su refugio y en el medio para reconstruirse tras una experiencia traumática que le ha robado la voz y la identidad. En un contexto de sufrimiento y autodescubrimiento, Kang revela la capacidad del lenguaje para transformar, liberar y sanar heridas profundas. A través del personaje de Yun, la autora examina cómo el proceso de aprendizaje se convierte en un acto de catarsis y de reconciliación con el dolor.
La autora explora temas complejos dentro del dolor -como el trauma y el duelo- con una delicadeza impresionante, usando la narrativa como un vehículo de introspección. La elección del griego antiguo no es fortuita; simboliza una conexión con el pasado, no sólo el propio sino el de la humanidad, y refleja cómo a veces es necesario despojarse de lo conocido para reconstruirse en algo nuevo. En este contexto, el griego antiguo es un símbolo de la pureza y el sentido profundo que el lenguaje puede tener para una vida en reconstrucción.
A partir de los premios Nobel de Literatura he conocido a profundidad a algunos autores y es muy evidente que cada uno, además de tener motivos, prosa e historias memorables, generan una plástica que te adentra en su obra como si entraras a una neblina cerrada donde no puedes ver más allá. Jon Fosse, en un estilo similar a nuestro admirado Juan Rulfo, camina entre la vida y la muerte en un escenario donde se pierde la frontera, Patrick Modiano hace que cada palabra sea nostálgica y dibuja sus horizontes entre un pasado remoto, una memoria terca y un presente que se confunde con el ayer; Han Kang además de la realidad aislada y envolvente marcada por el dolor, la migración y la nostalgia, introduce aspectos como la discapacidad (visual y auditiva) dentro de los elementos que marcan la temporalidad, y la limitación de sus personajes.
A diferencia de Modiano, quien presenta sus búsquedas existenciales en una prosa minimalista, Kang opta por un estilo descriptivo, a veces cargado de dolor. La relación entre Yun y su profesor de griego es delicadamente elaborada, moviéndose entre el respeto, la distancia y una conexión profunda que recuerda al enfoque íntimo y silencioso de Jon Fosse, el galardonado Nobel de 2023. En la literatura de Fosse, los personajes suelen comunicarse en espacios de silencio y ambigüedad, y este matiz es visible en La clase de griego, en donde el lenguaje y el silencio coexisten en la vida de Yun. Kang utiliza la ausencia de palabras como una herramienta narrativa poderosa, explorando cómo el trauma puede limitar el lenguaje y, paradójicamente, encontrar en esta limitación una forma de expresarse.
La clase de griego es un ejemplo de una narrativa que invita al lector a reflexionar sobre su propio lenguaje interior y a considerar el proceso de aprender a escuchar el eco de su propia voz. En un mundo donde el lenguaje a veces se percibe como insuficiente, Kang nos recuerda que el acto de comprender y de ser comprendidos es en sí mismo una forma de redención.
Julio Castillo López es Presidente de la Fundación Rafael Preciado Hernández.