Perspectivas de la relación bilateral México-Estados Unidos
¿Aranceles?, ¿deportaciones masivas?, ¿fin del T-MEC?
Diciembre 2024
Jeraldine Pérez Mondragón
La relación bilateral México-Estados Unidos va estar llena de diferentes matices durante los próximos cuatro años, ya en el último artículo hablaba de cuatro puntos probables que estarán bajo la lupa, tales como la economía, la migración, el tráfico ilegal de drogas y el nivel político.
Los nombramientos para integrar el gabinete de Donald Trump nos van dando una idea de cuál será el rumbo de su gobierno. Tal y como lo advirtió en su campaña, el pasado 25 de noviembre anunció que, en su primer día de gobierno, es decir el próximo 20 de enero, firmará los documentos que sean necesarios para imponer un arancel del 25 por ciento a las importaciones de Canadá y México hasta detener la “invasión de drogas y de migrantes ilegales”, aunado a esto un 10 por ciento adicional a los productos de China. Esta medida llega debido a lo que el presidente electo llama “ridículas fronteras abiertas” y por el fentanilo.
Por supuesto que las respuestas ante tal anuncio no se hicieron esperar, de manera diplomática el Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau, anunció que había sostenido una llamada telefónica con Trump para hablar de las posibles medidas. Por su parte, Claudia Sheinbaum al mismo estilo de su predecesor, envió una carta que leyó en la mañanera, pero en está ocasión, además, el Ejecutivo buscó el acercamiento con una llamada para abordar los aranceles y la migración. El resultado no fue el esperado, pues para Donald Trump México se comprometió a cerrar la frontera y frenar el paso de migrantes, mientras que para Claudia Sheinbaum la llamada giro en torno a tender puentes. El mensaje fue claro: Trump no piensa negociar menos de lo que él prometió en la campaña.
En lo que respecta al tema económico, entramos en materia del multicitado T-MEC, si hubiera imposiciones de aranceles estaríamos hablando de los paneles de controversias contemplados dentro del mismo acuerdo. Sin embargo, la imposición de aranceles generaría, además de una fuerte incertidumbre, una guerra comercial de la cual nadie saldrá beneficiado, pues en un mundo en el que tendríamos que estar más conectados esto reduciría los productos, la inversión y el empleo de la economía de los países. Los países afectados regresarían al proteccionismo y a la regionalización de bloques comerciales que competirán con otras regiones del mundo.
Canadá, China y México tendrán que tomar acciones concretas, se estarán enfrentando a un presidente de Estados Unidos dispuesto a cumplir con sus promesas de campaña y a pavimentar un camino sólido y de credibilidad para el próximo candidato en cuatro años.
Por otro lado, México tendrá que actuar de manera congruente y lejos de ideologías, deberá trabajar en un diseño de la política interna acorde a las necesidades de la población mexicana y en una correcta implementación de la política exterior, ayudado de expertos en la relación bilateral y en los temas que nos exigen atención, que serán fundamentales para tener un punto de negociación con el próximo gobierno estadunidense.
Muchas preguntas se han disparado, pero hasta el 20 de enero podremos ser testigos de lo que serán los próximos cuatro años. Por lo tanto, mientras esperamos si habrá deportaciones, imposición de aranceles o llega a su fin el T-MEC, tendríamos que tener claro que el enemigo también está en casa, con un gobierno sin rumbo que perfila a México al autoritarismo.