El PAN como alternativa cultural

Diciembre 2024

Fernando Rodríguez Doval

La Nación

Cada vez hay menos dudas de que en México se está instaurando, a una frenética velocidad, un régimen político profundamente autoritario. Un régimen que busca concentrar el poder, que desprecia a la oposición –por el cual votaron el 44 por ciento de los mexicanos—, y que rechaza cualquier diálogo o consenso con quien piensa de forma diferente.

Este nuevo régimen es, además, profundamente ideológico. Inspirado en las obsoletas proclamas del socialismo bolivariano, insiste discursivamente en una identidad de izquierda estatista y populista. Lo hace sin complejos. Promueve por todos lados voces que defiendan esos postulados.

Enfrentar a un régimen así es un enorme reto para la oposición, tanto la partidista como la social. No existe una única receta exitosa y, más bien, el sentido común indicaría que múltiples vías paralelas deben explorarse.

En el caso del Partido Acción Nacional, podríamos decir que representa exactamente lo opuesto al actual régimen. Desde su fundación hace 85 años, el PAN apostó por el ciudadano, por la participación cívica, por la democracia liberal, por la economía de mercado. De ahí que podamos afirmar que Acción Nacional requiere levantar sin miedo sus banderas doctrinarias para poderse presentar ante los ciudadanos como una auténtica alternativa cultural al obradorismo.

El PAN representa en México el verdadero humanismo político, doctrina que hunde sus raíces en la noción cristiana de la persona humana como ser único e irrepetible, con alma espiritual y cuerpo material, con inteligencia y voluntad, sujeto de derechos y deberes derivados de su eminente dignidad. A partir de esta visión sobre la persona, se afirma que la razón de ser del Estado y de la comunidad política es el bien común, entendido como el conjunto de condiciones materiales y espirituales que permiten el óptimo desarrollo de todos los individuos. De los anteriores principios generales, se derivan valores como la defensa de la vida, de la familia, de la libertad educativa, de la propiedad privada, de la economía social de mercado, de las clases medias, de la igualdad entre hombres y mujeres, de la democracia y la pluralidad política, del desarrollo humano sustentable, de la lucha contra la pobreza mediante la creación de riqueza, de la libertad religiosa, de la transparencia y la integridad pública, entre otros.

Los partidos políticos son la expresión legítima de la pluralidad social. Cada uno de ellos representa a una parte de la sociedad que aspira a convertirse en mayoría. En consecuencia, un partido no solamente busca adaptar sus posiciones a lo que la mayoría de la sociedad desea: también busca convencer a los ciudadanos a fin de construir una mayoría en torno a sus postulados. En eso consiste su labor cultural.

Como presidente nacional del PAN, Carlos Castillo Peraza, se lamentaba de que frecuentemente los panistas renunciaban “a ser nosotros mismos en aras de un pluralismo que, por el hecho mismo de nosotros renunciar a ser, deja de ser plural”. Dentro de la pluralidad política de México, el PAN tiene el derecho y tiene el deber de defender su propia identidad ideológica. Si Acción Nacional se mimetiza ideológicamente con los otros partidos, deja de ofrecer a México su aportación específica y su alternativa cultural en medio de la pluralidad.

Otro prominente panista, que también fue jefe nacional, Efraín González Morfín, aseguraba que un auténtico partido político “debe necesariamente apoyarse en principios de doctrina, en una determinada filosofía política, económica y social, en una manera propia y peculiar de contestar las preguntas que el ciudadano consciente hace acerca de los problemas y las soluciones de su propio país y del mundo”.

El nuevo presidente nacional del PAN, Jorge Romero Herrera, ha expresado en repetidas ocasiones su intención por fortalecer al PAN como opción cultural e ideológica frente al populismo obradorista. Es un camino necesario para que la propuesta panista pueda presentarse como una auténtica alternativa contra la destrucción que estamos padeciendo.

 

Fernando Rodríguez Doval es Consejero Nacional.

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