Trump y la mayoría silenciosa

Noviembre 2024

Fernando Rodríguez Doval

La Nación

El pasado martes 5 de noviembre, Donald Trump volvió a ser electo como presidente de los Estados Unidos, con un margen bastante mayor a lo pronosticado por las encuestas. Trump venció claramente a Kamala Harris tanto en el voto popular como en el colegio electoral, y su partido tendrá mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes.

Si bien es cierto que aún es prematuro conocer cuáles son las razones exactas detrás del triunfo de Trump, se pueden plantear algunas hipótesis.

Por un lado, parece evidente que para el estadunidense promedio, la economía sigue siendo la principal preocupación. Trump logró articular una propuesta más convincente que la de su rival, basada en los buenos resultados de su primer mandato. El republicano propuso disminuir las cargas fiscales para estimular la inversión y el consumo. Además, planteó la imposición de aranceles significativos a las importaciones, especialmente de China, con la finalidad de proteger la industria nacional y fomentar la producción interna. Trump propuso también la eliminación de las regulaciones que obstaculizan el crecimiento económico, a fin de buscar facilitar las operaciones empresariales y atraer inversiones.

El tema de la inseguridad también fue importante en la elección. Los electores percibieron en Trump a un líder más capacitado para enfrentar las bandas del crimen que asolan muchas ciudades estadunidenses, y que en no pocos casos están relacionadas con la inmigración ilegal. Su propuesta de deportar a 11 millones de indocumentados, sin embargo, no parece viable y afectaría a la economía, por lo que todo indica que será una simple bravata electorera.

Por otro lado, no se puede explicar el triunfo de Trump sin los errores de los demócratas. El presidente Joe Biden tiene una alta desaprobación y la inflación ha marcado su mandato. Kamala Harris fue una candidata mediocre, por más que intentaran inflarla ciertos medios de comunicación y grupos de poder.

Y la agenda woke que se ha apoderado del Partido Demócrata, y que Harris promovió con particular entusiasmo, parece alejarlos del votante mediano. Ya desde la elección de 2016, el politólogo Mark Lilla, simpatizante demócrata, se lamentaba de que, por priorizar las reivindicaciones de diversos grupos minoritarios, los demócratas hayan fragmentado su base y debilitado su capacidad para articular un proyecto unificado para el país.

Lilla sostiene que este énfasis en las identidades particulares ha llevado al partido a alejarse de una narrativa inclusiva que abarque a todos los ciudadanos, independientemente de su origen o afiliación. Según él, esta estrategia ha resultado en una desconexión con amplios sectores de la población, especialmente con la clase trabajadora blanca, que se ha sentido desatendida y, en consecuencia, ha migrado hacia opciones políticas conservadoras.

Parece claro, tras los resultados del 5 de noviembre, que para la mayoría de los norteamericanos la principal preocupación no es la utilización del lenguaje inclusivo o el pronombre que los identifica, sino llegar a final de mes y tener estabilidad económica.

Se trata de esos estadunidenses que quieren mantener intactos sus valores y costumbres, y que son hostiles a cualquier forma de socialismo, incluyendo ese wokismo que no pocos perciben como cada vez más totalitario. Son los ciudadanos que, en palabras de Guy Sorman, disfrutan cazar pavos salvajes en la temporada que se les permite y quieren heredar esa tradición a sus hijos, de la misma manera que ellos la recibieron de sus padres, y pasan de largo de los discursos ideológicos que se pronuncian en Washington.

Por eso es que Trump logró ampliar su base electoral e incorporar a un buen número de hispanos o afroamericanos, nichos en donde antes el Partido Demócrata era casi hegemónico. Los valores religiosos también jugaron un papel importante: Trump arrasó entre los católicos, los protestantes y los cristianos en general.

El presidente Richard Nixon acuñó el término de “mayoría silenciosa” para referirse a los estadunidenses que no participaban en protestas ni en manifestaciones callejeras, pero que querían estabilidad, ley y orden, y constituían la base real de la nación. Cincuenta años después, pareciera que esa mayoría silenciosa se ha vuelto a expresar.

 

Fernando Rodríguez Doval es Consejero Nacional.

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