Transformación de 4ta
Agosto 2024
Gerardo de la Cruz Alegría
En la 4T cuando no puedes ganar por las buenas, siempre queda el agandalle. Morena ha perfeccionado esta práctica, como si se tratara de un deporte olímpico. ¿Qué hacemos si no ganamos suficientes plurinominales? Fácil: sacamos la varita mágica y reinterpretamos la ley a conveniencia. Es como si la democracia fuera un juego de cartas marcadas, en donde el oficialismo siempre tiene un as bajo la manga. Y si los números no cuadran, no pasa nada, se ajustan para que cuadren. Así, mientras los demás juegan con las reglas establecidas, ellos simplemente las cambian. En este juego lo importante no es competir, sino agandallar.
Agandalle
En otro agandalle más del bando de “cabecita de algodón”, Morena está sacando su varita para reinterpretar la ley y quedarse con los diputados plurinominales que no les corresponden. El truco está en hacer como el 43.1 por ciento de los votos que obtuvo la oposición en las elecciones pasadas no existen o, mejor aún, que valen menos. Así, mientras la ley dice una cosa, el oficialismo morenista quiere otra, ajustando la realidad a sus deseos. El plan es simple: agandallarse todo lo que puedan, dejando a la oposición con un puñado de curules y un montón de quejas. ¿Democracia? No, aquí se trata de ver quién tiene el sombrero más grande para sacar conejos legislativos.
Aquí no se pierde
En el mundo mágico de la política morenista, cuando pierdes, no pierdes, sólo te preparas para la revancha judicial. Así es como Morena planea agandallar hasta los municipios que no lograron ganar en las urnas, usando a sus compadres en los tribunales locales para invalidar las elecciones incómodas. Casos como el de Zacatecas capital son el ejemplo perfecto: cuando el voto popular no les favorece, siempre queda el plan B, en donde las decisiones se toman en despachos oscuros y las mayorías se revocan con un par de martillazos legales. Porque en esta película, si no puedes ganar, evocas un hechizo de Voldemort y listo.
Justicia para los trabajadores
Cuando AMLO decidió jugar con la justicia, no esperaba que los trabajadores del Poder Judicial se defendieran como la resistencia Jedi. Con un paro nacional indefinido han dejado claro que no están dispuestos a ser títeres de su reforma. Desde el Palacio de Justicia hasta las sedes judiciales en 30 estados, miles de jueces y empleados cerraron sus puertas en defensa de su independencia. El presidente, que les llama “paleros de la corrupción”, se enfrenta ahora a un movimiento que no cederá hasta ser escuchado. Mientras tanto, la justicia se toma un respiro, atendiendo sólo lo urgente, en una muestra de que si la justicia se detiene es porque la independencia no es negociable.
Comisión Nacional del Despilfarro
Ana Guevara parece haberse tomado muy en serio la filosofía del “yo primero”. Mientras las nadadoras mexicanas andaban mendigando para costear sus propios trajes, nuestra flamante directora se paseaba por París como si estuviera en un tour gourmet. “Todo lo que gano me lo trago y me lo unto como yo quiera”, afirmó en rueda de prensa. Entre cenas lujosas y vuelos en primera clase por su “espalda delicada”, parece que la única competencia que le interesa es la de ver quién puede despilfarrar más a costa del erario. En tanto, los deportistas, esos que deberían ser la prioridad, siguen preguntándose si algún día tendrán el apoyo que merecen.
Compadrazgo autoritario
Nuestro querido presidente ha decidido que en Venezuela la democracia es tan sólida como el bolillo de hace días. “No hay pruebas”, dice, sobre el fraude que denuncian los opositores de Nicolás Maduro. Claro, porque en Venezuela las elecciones se manejan con la transparencia de una vitrina empañada. Es curioso cómo AMLO, el mismo que en 2006 gritaba fraude con megáfono en mano, ahora se convierte en el abogado defensor de un dictador. Pero, ¿qué son unos cuantos millones de votos manipulados cuando puedes cerrar los ojos y seguir apoyando a tus compadres autoritarios? Al parecer, en el mundo de AMLO, el fraude sólo existe cuando no estás en el poder.