¿Por qué NO nos importa la política?
Agosto 2022
Ángel Gerardo Gaeta Morales
No es de sorprender que en la actualidad se viva un desinterés por parte de los jóvenes hacia la política y, mucho menos, que se tenga la percepción de que no hay una atención recíproca de la política hacia los jóvenes. El tener una visión apática del tema viene desde la ideología con la que ha crecido la sociedad, ya que siendo sinceros ¿a quién le enseñan en su casa lo que es hacer política?, ¿qué es lo que no nos gusta de la política?, o aún más exactos, ¿qué es lo que aleja a los jóvenes de la política?
Bien podría ser el hecho de no ser escuchados o tal vez la sociedad ha creado un paradigma en el que cualquier palabra que sale de la boca de un político tiene poca o nula credibilidad, al ocuparse por el bien propio, en lugar del bien común. Pero la cuestión aquí es que dichos tabúes están dejando a jóvenes sin oportunidades de crecer en un ambiente de apertura social.
En todo caso, porque se ha permitido que la política se lleve a cabo de la manera en que se dice realizar. ¿Por qué si se supone que vivimos en un país con libertad política, se sigue teniendo un rechazo por parte de los jóvenes? Es aquí donde surge la respuesta a todas las negaciones de una política juvenil: los jóvenes no creen que tengan esa libertad, ni el privilegio de participar en algo que es de todos.
Y si bien existen prejuicios por parte de los jóvenes, así como ideologías que se vienen arrastrando de generaciones anteriores, lo que más pesa al momento de decidir ser parte o no de los asuntos de interés común del país son las vivas experiencias donde se desacreditan, usurpan o ignoran las capacidades de los jóvenes que tienen el potencial para impulsar a quienes están a su alrededor.
Lo que provoca que a los jóvenes no les guste la política porque se vive bajo el concepto de que para tener participación y lugar en el servicio público debes ser una persona mayor con bastante experiencia acumulada o con un vinculo familiar posicionado políticamente. Todo por el simple hecho de caer en la incredulidad de no valorar el potencial de los jóvenes, dejando que lo más fuerte de la sociedad se sienta abandonado, porque “aún no es tiempo para que podamos hacer algo”. Hay que recordar que las revoluciones las hacen los jóvenes.
Pero estos prejuicios están mal razonados, no hay coherencia en estas limitaciones. Los jóvenes no somos el futuro de nuestro país, somos el presente y en nuestras manos cargamos con la responsabilidad de generar las oportunidades que darán el sustento a nuestros sueños y aspiraciones todos los días. A través de nuestras pequeñas o grandes acciones forjamos nuestro camino y dentro de este camino el sustento de la sociedad, somos el impulso que necesita México. En estos momentos, lo más importante es motivar el talento joven y no permitir que se pierdan las ideas frescas, aquellas que llenan de energía los nuevos proyectos para la nación.