Dussel o la ideologización de la fe

Noviembre 2023

Fernando Rodríguez Doval

La Nación

Hace algunos días falleció Enrique Dussel, filósofo e historiador argentino nacionalizado mexicano, uno de los principales teóricos de la llamada “teología de la liberación”, corriente de pensamiento que tuvo una enorme influencia en América Latina en la segunda mitad del siglo pasado, muy particularmente en grupos religiosos vinculados a la Iglesia católica. Dussel fue también uno de los ideólogos de Morena, de cuyas estrategias de formación fue parte importante.

No fue Dussel el único ni el principal teórico de la teología de la liberación, pero sí uno de los más decididos promotores en México. Vale la pena analizar algunos de sus postulados.

La teología de la liberación buscó denodadamente hacer una interpretación del Evangelio en clave marxista. Su aproximación al cristianismo es ideológica y fundamentalmente política y económica, no sobrenatural, del reino de Dios. La liberación es histórica y se realiza en el tiempo y en el espacio.

Frente al «falso universalismo» del mensaje salvífico de Cristo, los teólogos de la liberación subrayan con fuerza la parcialidad de la opción cristiana: tomar partido por los pobres es condición imprescindible para una correcta hermenéutica de los testimonios bíblicos. La lucha de clases es ley estructural fundamental y el motor de la historia humana.

Esta visión inmanentista, inspirada en la dialéctica marxista, pretende crear un “hombre nuevo” a partir de un cambio de estructuras: la supresión de la opresión ocurrirá mediante la acción política.

La teología de la liberación sedujo a muchos católicos después del Concilio Vaticano II. Frente a las dramáticas y miserables condiciones sociales en muchos países, muchos vieron en estas enseñanzas una alternativa. No fueron pocos los que integraron partidos socialistas e incluso comunistas, y que pretendieron una conciliación entre marxismo y cristianismo.

¿Es entonces la política el medio único de liberación humana?, ¿es el Estado el espacio para construir un paraíso en donde exista la felicidad colectiva y se terminen todas las formas de opresión?, ¿debe el cristiano trabajar por esa utopía?

Son interesantes al respecto las reflexiones de Joseph Ratzinger, teólogo alemán que llegaría a ser Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Papa de la Iglesia Católica.

Ratzinger lo tiene claro: la redención humana no puede reducirse a un proceso meramente político. Las estructuras sociales y económicas no son causas sino consecuencias de la acción del hombre. Desde una perspectiva cristiana, la raíz del mal reside en las personas libres que deben ser convertidas por la gracia de Jesucristo “para vivir y actuar como criaturas nuevas, en el amor al prójimo, la búsqueda eficaz de la justicia, del dominio de sí y del ejercicio de las virtudes” (Cardenal Joseph Ratzinger, “Instrucción sobre algunos aspectos de la teología de la liberación”).

Ratzinger considera que esta verdad cristiana existe fuera del Estado, por lo que lo limita y sitúa en su justa dimensión. El Estado no constituye la totalidad de la existencia humana ni abarca toda la esperanza humana. El hombre y su esperanza van más allá de la realidad del Estado y más allá de la esfera de la acción política. Convertir al reino de Dios en un producto de la política es una mitología. Y esta esperanza mítica del paraíso inmanente y autárquico sólo puede conducir al hombre a la frustración.

Es en el verdadero realismo donde se encuentra el humanismo, y en el humanismo se encuentra Dios. En la verdadera razón humana se halla la moral, que se alimenta de los mandamientos de Dios. Esta moral no es un asunto privado; tiene valor y resonancia pública. Sólo donde el bien se realiza y se reconoce como bien puede prosperar igualmente una buena convivencia entre los hombres.

La teología de la liberación sucumbió teóricamente a las conclusiones ratzingerianas. Este debate fue uno de los más intensos que se han vivido en el seno de la Iglesia católica en los últimos siglos, debido a la repercusión que tuvo en la acción política de los laicos. La muerte de Enrique Dussel es una buena oportunidad para recordarlo, debido a que la tentación de ideologizar la fe está siempre presente.

 

Fernando Rodríguez Doval es Secretario de Estudios y Análisis Estratégico del CEN del PAN.

X: @ferdoval

La nación